Es habitual que los estudiantes secundarios de los colegios de la provincia salgan a la calle a festejar el fin del ciclo 1lectivo.
Está muy bien que lo hagan y lo sigan repitiendo, pero la consigna debería ser que esa alegría por haber superado un año de actividades educativas no se tradujera en realizar daños en la vía pública.
Lamentablemente, es lo que ocurrió con cursantes años del Departamento de Aplicación Docente, colegio dependiente de la Universidad Nacional de Cuyo, que ocasionaron disturbios en la plaza Independencia de la Ciudad de Mendoza.
Los hechos ocurrieron precisamente en la fuente principal, generando daños en esa estructura que ofrece espectáculos de aguas danzantes y de la que disfrutan residentes locales y los turistas que nos visitan.
Los alumnos actuaron de esa manera agresiva no obstante la presencia en el lugar de preventores de la Capital, quienes trataron de disuadirlos sobre su forma de proceder, pero sin conseguir que generaran diversos desmanes.
Actualmente, el equipo técnico de mantenimiento y el área de obras se encuentra evaluando el estado de la fuente; si se dañó alguno de los picos de la estructura, el sistema de iluminación led y/o las bombas que generan el sistema de aguas danzantes.
Asimismo, el personal de restauración del Museo Municipal de Arte Moderno (MMAMM) también está evaluando a fin de determinar si existen daños sobre el friso que se encuentra por detrás de la fuente de aguas danzantes.
Sin desconocer que está en vigencia el Código de Convivencia de la Ciudad, y el municipio podría eventualmente multar a la institución educativa a la que pertenecen los jóvenes involucrados, lo más interesante sería que los propios autores de los destrozos evaluaran su propio accionar y efectuaran una autocrítica, con el fin de promover a futuro festejos lógicos y plausibles para el cierre del año, pero sin atentar contra los bienes del espacio público, que nos proporcionan determinados beneficios a los usuarios de la ciudad, además del placer estético de poder contar con ellos.
Porque el festejo es bienvenido e inclusive cuando sea ruidoso y cause algunas molestias a terceras personas, pero no debe tolerarse la celebración y la alegría asociadas al descontrol y el vandalismo.
Los alumnos, reiteramos, están en su pleno derecho de manifestarse al culminar el ciclo de clases, pero deben fijarse como meta hacerlo dentro de ciertos parámetros de respeto a los demás.
Pongamos por caso hipotético que los mismos estudiantes hicieran una fiesta en uno de los domicilios que comparten con sus familias. Ellos no tolerarían que sus compañeros se las agarraran con los elementos que componen los jardines de sus hogares, como macetas, canteros con flores o fuentes de agua. No lo permitirían.
Con el mismo criterio, las personas que recorren la ciudad por trabajo o esparcimiento, pretenden que todo el vasto escenario que compone el equipamiento ciudadano esté en las mejores condiciones posibles.
De ahora en más habrá muchos festejos por el último día de clase de los egresados de los colegios del Gran Mendoza y del resto de la provincia.
La apuesta es que esas reuniones no deriven en desmanes como el que hemos comentado y que los festejos no queden indefectiblemente asociados al descontrol y los actos de vandalismo.
Padres, docentes y, por supuesto, los propios involucrados en esta situación, los alumnos, puedan meditar sobre las conductas hostiles y cómo se puede hacer para despejarlas de los comportamientos estudiantiles, a la hora de manifestar alegría por haber superado una etapa de la vida.
