En el marco de la asamblea anual del Fondo Monetario Internacional (FMI), que se realizó hace pocos días en Washington, Estados Unidos, el organismo proyectó para la Argentina una inflación de 45% para 2025, con un crecimiento de 5% de la economía.
Las cifras suponen una reversión del duro primer año de gestión de Javier Milei, en el que la actividad caería 3,5% y la suba de precios rondaría el 140%, según estima el FMI.
Si bien la expansión coincide con las proyecciones del Gobierno nacional en el proyecto de Presupuesto 2025, que se discute en el Congreso, la inflación calculada a nivel oficial es de 18%.
El optimismo del Ministerio de Economía supondría que el país regresaría a niveles desconocidos desde hace años, aunque la aceleración de los precios en 2024 facilitará mayores ingresos, cuyo destino no está explicitado.
Ese recurso fue usado en forma abusiva por las administraciones peronistas para premiar luego –con mayores partidas– a provincias y a sectores que se identificaban con el ideario oficial.
El Fondo estima una baja del desempleo de la población activa desde el 8,2% este año al 7,6% en 2025.
Esta es una de las claves que mostraría el nivel del humor social, ya que las actividades que crecerían –hidrocarburos, minería y agro– están alejadas de los grandes centros poblados, en especial del conurbano bonaerense, donde se asientan los mayores índices de desocupación y de pobreza.
La asistencia social será fundamental para contener la situación de vulnerabilidad de millones de familias, que deben recibir alimentos y la ayuda sin la intermediación de movimientos que trabajan en pos de personalismos políticos y de enriquecimiento personal.
El conflicto universitario, más allá de la disputa por las partidas para salarios y el funcionamiento de las casas de altos estudios, esconde el fracaso de los niveles de la educación primaria y secundaria.
Este punto pasa inadvertido en el actual debate, pero es fundamental para la formación de los futuros trabajadores, que corren el riesgo de ser excluidos de puestos que demandan capacitación y manejo de la tecnología.
Las cifras optimistas del FMI configuran para el Gobierno un desafío sobre cómo mejorar la ayuda social y promover la formación de estudiantes y de trabajadores para las nuevas demandas globales.
En la Argentina, la cultura del asistencialismo estatal para todas las actividades y proyectos aún no atravesó un debate esclarecedor.
El éxito de la desaceleración de la inflación de 25% en diciembre último a un nivel en torno del 3% para la del pasado mes de octubre debe ser reconocido, como así el replanteo de las funciones del Estado.
Sin embargo, el cambio cultural que se propone no ha sido explicado con claridad y profundidad, más allá de las bravatas del Presidente y de algunos funcionarios.
La falta de adhesión de amplios sectores puede tornar vacía la estadística de precios y de crecimiento para 2025, a partir de discursos que proponen el reparto de recursos que la Argentina ya consumió en exceso, sin una amplia mejora de la calidad de vida.
