El empresariado argentino, en general, se manifiesta de acuerdo con el rumbo económico emprendido por el gobierno nacional y con las políticas de reducción generalizado del gasto público y achique del Estado. Sin embargo, no deja de plantear advertencias que deben ser tenidas en cuenta por las autoridades para que los objetivos trazados puedan concretarse.
En el reciente evento del Council of the Américas, realizado en Buenos Aires, a modo de anfitrión el presidente de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), Mario Grinman, planteó, no a modo de crítica de las actuales políticas pero sí como advertencia, que el país “está atravesando una situación sin dudas difícil”, con una actividad económica deprimida y “valores escandalosos” en materia de pobreza de la población.
Agregó que “numerosas empresas padecen por las escasas ventas”, mientras que “muchos asalariados hacen malabares para llegar a fin de mes. Es una realidad innegable y dolorosa”, sentenció Grinman.
Es por ello que avizoró que las perspectivas de crecimiento de la economía para los próximos meses serán “pasito a pasito” y consideró, en nombre de sus pares, que continúa la caída en la comparación interanual.
A pesar de dichas advertencias, en el cónclave el portavoz de los empresarios presentes defendió el rumbo que tomó el actual gobierno, considerando que resultaban necesarias las reformas para reducir el gasto improductivo y desburocratizar al Estado con el propósito de simplificar la producción en general.
Es entendible y también elogiable que el sector del empresariado que tuvo como portavoz, en este caso, al titular de la Cámara Argentina de Comercio, haya optado una vez más por la moderación a la hora de evaluar la gestión del gobierno en materia económica. El optimismo desmedido suele conducir a apreciaciones engañosas y queda claro que la crisis social que viven millones de argentinos no da lugar a experimentos.
Por ello las posteriores palabras del presidente de la Nación demostraron capacidad para escuchar y adaptarse a la mirada empresarial que lo recibió en este caso. Por eso sostuvo el primer mandatario que el cambio “profundo” que lleva a cabo su gestión también “requiere de tiempo”. Y puso como muestra de los avances logrados buenos resultados a la vista gracias al equilibrio en las cuentas públicas puesto en práctica desde el primer día de gobierno.
El Presidente contrastó con discursos anteriores. En este caso no insistió con una economía en rápido ascenso para fin de este año. “Todo cambio profundo requiere de tiempo si queremos que este nuevo modelo se sostenga en el tiempo”, puntualizó.
El presidente Milei admitió que si las transformaciones que prometió en campaña y en los primeros meses de su gestión no se han podido optimizar aún es porque no están dadas las condiciones para ello. Es evidente, por lo tanto, que en el Gobierno han pasado de la teoría a la práctica también a tiempo para evitar pasos fallidos. “Dar el paso a las apuradas es poner en riesgo todo lo que hemos conseguido hasta ahora. Es mucho más fácil hacerlo en el papel que instrumentarlo, en especial cuando del otro lado están los orcos”, dijo Milei sin poder evitar la tentación, habitual en él, de criticar a quienes aborrece por el solo hecho de pensar distinto.
En síntesis, el Presidente debe valorar la prudencia que marca la necesaria negociación política que establece el sistema republicano vigente. Por ello luego de varios meses de negociación logró tener en vigencia una ambiciosa mega ley que fija el rumbo y sienta las bases para la transformación que ahora, razonablemente, admite que debe tener sus tiempos adecuados.