La jornada del último viento Zonda en la provincia, el miércoles 7 del presente mes, se produjeron diversos incendios de campos incultos y viñedos, entre otros lugares, como consecuencia del fenómeno natural.
En algunos casos, corrieron riesgo viviendas de barrios ubicados en las cercanías de descampados afectados, pero el denodado esfuerzo de servidores públicos y los bomberos voluntarios departamentales, impidió que los hechos pasaran a mayores.
Toda esa acción destructiva, sin ignorar, por supuesto, los árboles caídos, cortes de luz, las cañerías rotas, las señales viales afectadas y los techos volados, es atemperada por el contraataque de los integrantes de los núcleos que combaten el fuego en nuestro territorio; sin su decida entrega, las consecuencias hubieran sido más penosas.
Pero, volvamos al fuego y a sus estragos. Es natural que en ocasión de un día de viento, las posibilidades de focos de incendios se propicien debido al incremento de las temperaturas y a la extrema sequedad del suelo y el ambiente. Y por supuesto, a las acciones intencionales o accidentales de personas que encienden fuego de manera imprudente, en esas condiciones de viento. A veces lo hacen de exprofeso, en otras, actúan por ignorancia y descuido.
Esto es lo que ocurrió en la jornada del 7 de este mes, no obstante las advertencias que se formulan habitualmente desde los servicios de lucha contra las llamas.
Se producen siniestros en medio de las ráfagas, situación que puede ocurrir por la caída de un cable eléctrico que hace contacto con elementos altamente combustibles.
Si todos los ciudadanos adoptáramos las recomendaciones de Defensa Civil o del Plan del Manejo del Fuego, las emergencias serían mucho menos y sólo libradas a factores incontrolables.
Habría menos peligro para la vida de las personas y las pertenencias de los vecinos, como por ejemplo la pérdida de la casa por las llamas.
Entonces, en tiempo de Zonda, el incendio es una posibilidad concreta si no se toman en cuenta los cuidados primarios que deben adoptarse en estas circunstancias.
Pero, lo que llamó la atención en la jornada atmosférica que estamos comentando, fue la advertencia que lanzó el director de Defensa Civil de Mendoza, Daniel Burrieza, un funcionario más parco que extrovertido que en todo momento trata de ser muy prudente y didáctico.
Este agente estatal reveló esa mañana por uno de los canales abiertos que en seis días de septiembre, o sea entre el jueves 1 el martes 6 se habían tenido que combatir 226 focos de incendios.
Un número elevadísimo de sucesos, la mayoría previsibles, evitables, y que no lo fueron y pusieron en riesgo vidas y bienes materiales por la omisión de las cautelas exigibles para este tipo de situaciones.
Tomemos conciencia de todos estos eventos y situaciones porque el verano que se avecina puede ser una temporada complicada por la potencial carga de elementos combustibles que hay en nuestros campos y en las zonas del piedemonte. Evitemos la generación de fuego por imprudencia y de esa manera estaremos aliviando la tarea de los integrantes de cuerpos dedicados al control de estos siniestros y protegiendo de manera sustentable a la provincia.