En marzo de 2023 el gobierno nacional ponía en marcha el tren de pasajeros a Mendoza. Era el regreso de un servicio muy añorado. Para ello montó en aquella oportunidad un acto oficial trascendente, aunque con mucho marketing político, encabezado por el presidente Alberto Fernández en la emblemática estación ferroviaria de Palmira, elegida en esa oportunidad para recibir a una formación que tardó más de 24 horas en unir su punto de partida (Buenos Aires) y su destino.
Como en otras provincias, se trató de una fuerte apuesta del gobierno kirchnerista para reivindicar el tradicional servicio de trenes de pasajeros, que había dejado de funcionar durante la presidencia de Carlos Menem, en la década del ‘90.
El de Mendoza formó parte de una serie de trayectos que el organismo a cargo de los ferrocarriles durante la gestión anterior fue poniendo en funcionamiento. Se decía que el propósito era lograr mayor regularidad en la prestación.
Luego de aquella reinauguración del antiguo ramal Buenos Aires-Mendoza (ex Ferrocarril General San Martín) se esperaba la realización de trabajos complementarios de los que, muy básicamente, habían servido para que el tren llegara otra vez a nuestra provincia. Y agregaban las anteriores autoridades nacionales que tenían prevista una nueva etapa de trabajos que permitiese extender el recorrido hasta la estación Gutiérrez, que se constituiría en terminal con posibilidad de trasbordo al Metrotranvía.
Sin embargo, con la asunción del nuevo gobierno, el 10 de diciembre, se efectuó una revisión del estado de los ferrocarriles en cuanto a los promocionados viajes a las provincias. Y luego de más de cuatro meses de gestión, desde la conducción del área de Transporte explicaron que recibieron trenes en mal estado de mantenimiento. Estimaron que dichas falencias se acentuaron desde hace una década, con lo que se concluye que la reinauguración se servicios fue sólo una suerte de puesta en escena.
En efecto, según las actuales autoridades hace muchos años que la compra de repuestos es insuficiente y no hay capacidad en los talleres ferroviarios para atender la demanda que genera el obsoleto material rodante.
Fueron suspendidos algunos servicios a las provincias, entre ellos el que llegaba a la estación Palmira, en el Este mendocino. Es que las vías por las que circulaba esa formación se encuentran “en estado calamitoso”, generando “un altísimo riesgo de descarrilamiento en muchos puntos”, se dijo oficialmente. Eso era lo que obligaba al tren a circular a muy baja velocidad.
Por lo tanto, queda en claro que los deseos de mostrar logros de gestión en un año electoral llevaron al anterior gobierno nacional a apurar la habilitación de un servicio público que no se encontraba en su óptimo estado.
Como señalamos en aquella oportunidad, si la apuesta era realmente reinstalar el tren como alternativa de servicio, entonces los mendocinos merecían una prestación interurbana que compitiera con otras opciones de viaje en cuanto a costo de pasajes, frecuencias y duración de los viajes.
Es un paso que se debe esperar de las nuevas autoridades nacionales, que con el sinceramiento del estado del ferrocarril que heredaron pusieron en evidencia el afán sólo electoralista del anterior gobierno en un tema tan sensible para los mendocinos como es el recordado tren, que hace muchas décadas abrió caminos y posibilitó progreso.