Diario Los Andes ha planteado en una reciente nota los problemas de riego que registra y registrará en los próximos meses la rica zona cultivada del Este provincial.
Se trata una importante región que tiene un desarrollo productivo basado principalmente en la industria vitivinícola y frutihortícola, muy demandantes del recurso agua.
Pero, por las carencias del imprescindible líquido, vastos paños cultivados quedarán sin agua de regadío durante cinco meses por la crisis hídrica.
La situación de Mendoza es crítica desde hace tiempo ya que, si no llueve y nieva poco, el adelgazamiento de los glaciares genera que los caudales de los ríos se llenen del agua que proviene de ellos, es decir, se realiza a expensa de estas “reservas” de agua dulce, que van disminuyendo con el paso de los años.
Para poder regar sus cultivos apropiadamente, los 9.500 regantes del río Tunuyán Inferior, que cultivan en total unas 60 mil hectáreas, necesitarían recibir de 12 mil a 13 mil metros cúbicos por año.
Sin embargo, en 2019, apenas les llegaron 7.600 m3 como derivación de la mencionada crisis hídrica.
Para cubrir ese déficit, esta temporada tuvieron que tomar una decisión: o adelantaban la corta anual o se arriesgaban a no disponer del recurso en la etapa de crecimiento de las plantas, sean de vid, frutales u hortalizas.
Por lo tanto, las autoridades de Irrigación definieron que aguas abajo del dique El Carrizal, los cultivos se quedarán casi cinco meses sin el imprescindible líquido, lo que se calcula que ocurrirá desde el 24 de marzo hasta el 19 de agosto, un mes antes de la próxima primavera.
Este tema de la falta de agua se agudiza cada vez más.
Sin embargo, hay 1.500 pozos que no se usan por el alto costo de la energía provista por redes eléctricas disponibles.
Una de las posibilidades para que no se repitan los problemas de riego sería apelar al aprovechamiento de la radiación solar mediante paneles fotovoltaicos para la generación de electricidad en las fincas y, de esa forma, hacer funcionar las bombas de los pozos a bajo costo. Claro que habrá que tener presente que la instalación de generación fotovoltaica para el funcionamiento de pozos, ahora inactivos por el alto costo de la corriente suministrada por las redes, llevará un tiempo considerable.
Esto hace presumir que no será solución para la cosecha venidera sino un proceso que demandará algunos años en completarse, en mayor o menor tiempo, según disponibilidad financiera adecuada y la asistencia técnica necesaria.
El Departamento General de Irrigación y otras entidades específicas, como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y las universidades, serían agentes de asesoramiento para extender la generación fotovoltaica y eólica -en algunos casos- a las propiedades agropecuarias mendocinas.
Lo bueno es que son instalaciones que darán un resultado óptimo para regar cuando el líquido de embalses y ríos disminuya.
Cuando esa operación se pueda ejecutar, no habrá que restar riego a los campos fértiles y se podrá usar cuando los canales y acequias no transporten el necesario caudal para mantener las plantas en producción.