El nivel educativo argentino, cada vez más precario

Como la pobreza, la endeble educación puede llegar a ser una de las deudas sociales más importantes de la dirigencia política en la democracia recuperada hace ya casi cuatro décadas.

El nivel educativo argentino, cada vez más precario
La evaluación sobre la educación argentina mostró un deterioro en la calidad.

Un nuevo estudio comparativo de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) colocó a la Argentina por debajo del promedio de la región en cuanto a calidad expresada en aprendizaje.

Así surge de los resultados de una última prueba educativa, que permitió comprobar el preocupante retroceso en un plazo considerado corto para este tipo de evaluaciones, entre 2006 y 2019.

La prueba, llevada a cabo con alumnos de tercero y sexto grados de 16 países, deja una vez más las puertas abiertas para un debate que los argentinos nos debemos desde hace décadas en lo referente a la instrucción desde la niñez.

Como la pobreza, la endeble educación puede llegar a ser una de las deudas sociales más importantes de la dirigencia política en la democracia recuperada hace ya casi cuatro décadas.

Esta revelación a través de la Unesco es una nueva oportunidad para que en la Argentina se encare de una buena vez la problemática de la calidad de la educación.

Las estadísticas no hacen otra cosa que reiterar que los niveles de enseñanza o aprendizaje de niños y jóvenes, en los niveles primarios y secundarios de la educación, no son para nada exitosos.

El estímulo para que el alumno tome con responsabilidad su asistencia a clases parece ir en decadencia con el correr de los años, en especial en el nivel medio de la educación, cuando el estudiante, por su edad, comienza a tener urgencias laborales que muchas veces hacen dejar de lado la regularidad escolar.

Es así como en estos tiempos nos encontramos los argentinos con la sorpresa de que una cuarta parte de los jóvenes que tienen entre 18 y 24 años no estudia ni trabaja.

Las urgencias económicas, el auge de las adicciones y el predominio de un estilo de vida sin grandes motivaciones y exigencias ha conducido a un vacío educacional que cada vez más se siente en la Argentina y que repercute con fuerza con la falta de oferta laboral calificada, como no debería ocurrir hoy en el país si se tuviese un nivel de estudios superior más completo.

La educación, siempre es bueno remarcarlo, inculca valores, favorece la vida en comunidad y también prepara al individuo para el trabajo.

Pero el acceso a la educación debe ser estimulado entre niños y jóvenes.

Sin ella la movilidad social se torna inexistente, los niveles de pobreza cada vez más importantes sólo son atendidos con la solución de la asistencia social.

Por último, se requiere que la educación sea en todos los aspectos posibles una política de Estado y no una bandera partidaria de los gobiernos de ocasión.

Vale el siguiente ejemplo. Una vez conocidas las cifras, la portavoz del Ejecutivo nacional no tardó en considerar que esos datos son en parte atribuibles al gobierno de Macri por falta de inversión en materia educativa, sin detenerse a observar que las estadísticas hablan de un declive de muchos años antes, en los cuales quien gobernaba es la actual corriente política y no el macrismo.

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