En Argentina, la violencia de género continúa siendo una crisis persistente que afecta a miles de mujeres cada año, y por añadidura podemos decir que daña a innumerables familias.
En ONU Mujeres, la página de las Naciones Unidas dedicada a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, se explicaba cuáles son los avances y desafíos para erradicar los femicidios en nuestra nación.
El reto es tan grande, tan provocador, que no se puede evitar un cierto desaliento frente a la demanda de Justicia sin respuesta efectivo, que de inmediato tiene que ser superado para no fracasar en el intento de terminar con esta infame situación.
El término “femicidio” fue incorporado al léxico legal por la socióloga sudafricana Diana Russell (m. en 2020) en el Tribunal de Crímenes contra la Mujer, celebrado en Bruselas (Bélgica), en 1976. Se lo eligió para llamar a la forma más extrema de violencia basada en el género, que afecta a las mujeres por el hecho de serlo.
El femicidio fue incorporado en el ordenamiento jurídico argentino, en un gran hito el 14 de noviembre de 2012, cuando se sancionó la Ley Nº 26.791 que establece esta figura y los crímenes de odio como agravantes del delito de homicidio.
Además, nuestra legislación cuenta, desde 2016, un Registro Nacional de Femicidios, lo que constituye una referencia internacional al incluir un concepto novedoso e inexistente en los demás estados.
“La Argentina -explicó tiempo atrás Diana Maffia, directora del Observatorio de Género del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires- es el único país del mundo que lleva oficialmente un registro de travesticidios y transfemicidios”.
La situación del femicidio, como se aprecia, tiene entonces un aceitado y riguroso nivel estadístico y estudio del tema, pero las muertes de mujeres en las peores circunstancias se siguen produciendo, y el “nunca más” que se impuso en la eliminación y el castigo del terrorismo de estado, no se puede aplicar con los alcances esperados en este campo.
Para abonar más esta cruda realidad se han conocido los resultados de un estudio de una plataforma online, El Mejor Trato, que estableció que los femicidios y la violencia de género en el país, al punto que “el 56% de los femicidios han sido cometidos por parejas o exparejas en 2024″.
Durante los primeros siete meses de 2024, el país registró 168 femicidios, tres de ellos clasificados como lesbicidios y dos como trans-travesticidios, según el informe del Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano”. Este reporte destaca que 178 hijos e hijas quedaron sin madre, con el 58% de ellos siendo menores de edad.
La investigación que estamos citando tiene por conclusión más álgida detalla un aspecto muy preocupante: 56% de los agresores eran parejas o exparejas de las víctimas, lo que pone en evidencia la trágica realidad de la violencia doméstica.
De acuerdo al Observatorio, el lugar más inseguro para una mujer en situación de violencia sigue siendo su propio hogar o el hogar compartido con el agresor, ya que el 58% de los femicidios ocurrieron en estos entornos.
El fenómeno del femicidio, que se refiere al asesinato de mujeres por razones de género, presenta una cruda realidad de violencia y desigualdad que sigue sin encontrar una solución definitiva. Este problema no sólo revela la brutalidad de los crímenes, sino también las fallas en el sistema de justicia y protección que deberían garantizar la seguridad y el bienestar de las víctimas. Toda la sociedad, pero el Gobierno federal también, debe aglutinarse para reducir este grave estigma que nos afecta.