La disminución de los recursos de riego ocasionada por el cambio climático ha empezado a hacer mella en las arboledas de las ciudades y las que están al costado de las rutas y, por supuesto, en muchas plazas, más allá de que hay que reconocer que los cálidamente llamados placeros siempre disponen del recurso de utilización del agua que contienen las cisternas enterradas en esos paseos públicos.
El mendocino, en general, se encuentra demandando acciones concretas para salvaguardar la existencia de los aliados vegetales. Lo apreciamos en el segmento dominical de las cartas de los lectores de este diario, que reproducen cada vez más frecuentemente escritos de vecinos de diferentes lugares planteando la situación declinante de los forestales.
Muchos expertos en el tema, pero también simples ciudadanos, han tomado fotografías de las copas de los árboles de un determinado lugar, en un momento del año, y luego han repetidos esas imágenes diez o doce meses más tarde y aquellas, que eran de un verde claro y definido, comienzan a mostrar ocres y amarillos en los registros posteriores.
Otro caso del estrés hídrico que sufren los ejemplares de calle lo aportó el licenciado Alberto Ripalta, investigador principal del Ianigla-CCT-Conicet Mendoza, al tomar fotos desde un mismo lugar, una en la mitad de la primavera y la otra en pleno verano. Corresponden a los plátanos que conforman la arboleda urbana de la calle Chile, entre Espejo y Gutiérrez, de la capital mendocina, frente a Plaza Independencia. En ellas se aprecia el resultado de falta de humedad que afecta a los ejemplares y el comienzo de la pérdida de hojas, mostrando una declinación preocupante.
Transitamos el final del verano y la masa arbórea debería verse todavía lozana y saludable, pero baste recorrer caminos y distritos para apreciar una declinación muy apreciable en el paisaje verde.
El ingeniero agrónomo Sergio Carrieri, especialista en patrimonio vegetal y presidente del Consejo Provincial del Arbolado Público de Mendoza, brindó noticias preocupantes sobre el tema, en una reciente entrevista a un medio local. “El arbolado -dijo el defensor del recurso- lleva más de 100 años, por lo tanto, hay una serie de problemas. En algunos lugares faltan árboles y en otros la infraestructura no es la correcta, como sucede con muchas acequias, a las que les impermeabilizaron el piso, lo que es una ridiculez. ¿Qué hizo el Estado provincia? Puso en marcha el actual censo del arbolo público, que está a punto de concluir (…) Por eso, del censo va a surgir un diagnóstico y se espera que el proyecto de refuncionalización del arbolado público(…)”. portamos de esta columna de opinión que es de esperar que no sea tarde.
Sugieren expertos que se deben realizar varias tareas en esta materia: modificar las acequias mal construidos y tratar de que el líquido, donde aún corre agua, llegue a las raíces; ensayar sistemas de riego alternativos, a pesar de la crisis hídrica, y volver a instalar la cultura del árbol entre la población porque parece que a muchos no les preocupa la declinación de la sombra protectora que brindan los forestales, que permiten la vida en el estío de una región semidesértica.
Se trata, por otra parte, de un tema que atañe a la vida de los mendocinos y que podría ser objeto de debate con más frecuencia, en especial en un año electoral.