La Iglesia Católica es permanente promotora de acciones tendientes a ayudar a los más necesitados en el mundo. Argentina no es la excepción. Desde hace décadas, obispos y sacerdotes del catolicismo, en asocio con representantes de otros cultos reconocidos en el país, promueven distintos mecanismos para llegar con comida y abrigo a las personas vulnerables.
Lamentablemente, en muchas oportunidades dichas acciones de asistencia a la comunidad se interpretaron como asociadas a actividades políticas. Pueden haber existido vínculos puntuales, pero de ningún modo se puede asegurar que la Iglesia haya sido en algún momento ejecutora de una agrupación vinculada al poder.
Un correcto enfoque de esa misión de la Iglesia dio recientemente, en una entrevista con Los Andes, el arzobispo de Mendoza, y nuevo titular del Episcopado argentino, monseñor Marcelo Colombo.
De lo comentado por el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina surge que se mantiene elevada la preocupación por la situación social en nuestro país. Reconocen las autoridades eclesiásticas al actual gobierno que resultaba necesario acomodar la economía, optimizar recursos y evitar gastos muchas veces injustos e innecesarios. Pero también pone de manifiesto el religioso que, desde la mirada de la Iglesia, se deben atender prioridades que no signifiquen recortes en necesidades básicas de la población más vulnerable.
Es aquí donde el titular de la Iglesia en Mendoza, y ahora también en el país, realiza una observación que surge del diagnóstico del día a día que efectúan sus organizaciones de ayuda. “Ya no alcanzan los recursos para un funcionamiento como el que veníamos teniendo”, precisó monseñor Colombo a este diario.
Según su experiencia al frente de la Iglesia mendocina, en los últimos tres años se triplicó la cantidad de gente que busca comida todos los días en los distintos lugares que han sido dispuestos para atender cómodamente dicho requerimiento. Su diagnóstico no deja de preocupar cuando dice que no sólo se trata de las personas a las que se define “en situación de calle” por distintos motivos personales o sociales, sino también “personas que están solas o que no llegan a fin de mes” con el uso de los recursos que tienen o perciben salarialmente o como jubilación o pensión. Es muy probable que estos números de Mendoza estén representando la media nacional.
Además, en línea con las estadísticas sobre la pobreza que periódicamente da a conocer el Observatorio de la Deuda Social Argentina, dependiente de la Universidad Católica, el arzobispo Colombo sostuvo, atinadamente, que en distintas oportunidades estas mediciones también son involucradas en especulaciones políticas según el enfoque partidario de las autoridades de turno. Habría que hacer notar que prácticamente ningún sector vinculado con las actividades oficiales suele poner en tela de juicio la calidad de dichas mediciones. Incluso en tiempos del demoledor accionar del kirchnerismo sobre las estadísticas del país, este tipo de datos siempre fue aceptado.
Como reflexión final podemos señalar que lo deseable es que la tarea colaborativa de la Iglesia, que en virtud de su organización está presente a lo largo y a lo ancho del país, siga siendo valorada por las autoridades de turno, tanto a nivel nacional como de las provincias, de modo de poder acompañar a los más necesitados en el actual intento de cruzar a una realidad económica que contenga a la mayor parte de los argentinos.