El tema del agua sigue preocupando y persiste la necesidad de utilizar el vital elemento de manera correcta, para beneficio de la población.
Las estadísticas de producción y consumo que maneja Agua y Saneamiento de Mendoza (Aysam) establecen que la producción de agua llega casi a 600 litros por persona por día, y que el consumo por persona se encuentra en el orden de los 300 litros.
De tal forma, las pérdidas del sistema de producción y distribución son altas: mínimo 240 litros (40%). El dato de 300 litros de consumo de agua por habitante es una aproximación, porque las mediciones que permiten los medidores de agua son pocas (algo más de 12% del consumo total) como para lograr un promedio preciso.
Además existen muchas fugas en los sistemas internos de las viviendas y establecimientos que tampoco están contabilizados. Un experto en el tema opina que este valor es del orden de 25 a 30% (ing. Ricardo Gabrielli). A su vez, dentro de ese mínimo de 40% de las pérdidas del sistema de producción y transporte del agua, están los usos clandestinos de usuarios “colgados” de la red, o colgados de usuarios legalmente conectados.
De acuerdo con la experiencia internacional sobre el consumo del líquido, los mejores instrumentos para la buena gestión son la aplicación permanente de un programa de detección de fugas y usuarios clandestinos; ampliar la medición del consumo a zonas urbanas estratégicas, donde las condiciones socioeconómicas permiten una alta utilización del recurso y establecer una tarifa volumétrica en la cual se paga un precio por litro o m3, junto a una profusa difusión acerca de cómo funciona la tarifa. Si hoy se pregunta a los que están sujetos a una tarifa volumétrica qué precio pagan, lo más probable es que no tengan idea. Para que un cobro volumétrico resulte efectivo, es imprescindible que el usuario sepa el precio del agua, pues sólo así podrá ajustar el volumen usado a su real necesidad.
Hay que recordar que Aysam es sólo parte del sector agua y saneamiento, pues también hay tres municipios que proveen el servicio (Luján de Cuyo, Maipú y Tupungato), además de alrededor de 170 de los llamados Operadores comunitarios o Pequeños operadores.
Estratégicamente, si la Provincia asignara en este sector parte de los más de 1.000 millones de dólares que piensa invertir en el proyecto de Portezuelo del Viento, resolvería todos los problemas existentes en el sector agua y saneamiento, con un inmenso avance en materia de bienestar socioeconómico y ambiental.
Sobre el sector riego hay mucho por hacer en materia de adaptación a las condiciones de sequía producida por el cambio climático.
Debe avanzarse mucho más en estrategias que pongan en valor el uso conjunto de agua superficial y subterránea. La historia ha demostrado que es el uso conjunto el instrumento que permitió a la Provincia zafar de la gran sequía que se vivió entre 1968 y 1972.
En ese periodo prácticamente se duplicó la cantidad de perforaciones existentes al momento, y se pudo mantener activas las inversiones en cultivos permanentes.
La idea es simple: utilizar el agua subterránea que subyace la totalidad de la cuenca Norte de Mendoza y realizar obras para la recarga artificial lo que requiere de técnicas simples y de bajo costo, cosa que en la Provincia todavía está por hacerse.