El 20 de este mes se cumplieron dos años de la puesta en vigencia del decreto de necesidad y urgencia de la Presidencia de la Nación estableciendo cuarentena en todo el país para atemperar los efectos del coronavirus. Se puso en práctica el denominado “aislamiento social, preventivo y obligatorio”. El Covid 19 comenzaba a acechar a la Argentina, mientras en el resto del mundo, en especial en el Hemisferio Norte, ya asolaba dejando un número de muertes elevadísimo.
En aquellos meses iniciales de 2020 esa increíble embestida de contagios ponía en aprietos a la ciencia, ya que comenzaba una carrera urgente para obtener la medicina que pudiera combatir un virus letal, que en cuestión de semanas puso en riesgo a los habitantes de todo el mundo.
Mucho ocurrió en nuestro país luego de aquel decreto inicial. En principio el Gobierno habló de un par de semanas, fundamentalmente, para poder organizar el sistema de salud pública de cara a la ola de internaciones que pudiese originarse con motivo de los contagios. Sin embargo, las prórrogas de la medida inicial fueron insistentes, periódicas, y de ese modo la cuarentena en Argentina se transformó en “eterna”, según la justa definición dada por los distintos sectores de la economía que se vieron afectados por el cese de sus labores.
Salvo honrosas excepciones territoriales, como en Mendoza, donde de a poco se fueron habilitando actividades, las autoridades nacionales aseguraron aún más el cerrojo que, supuestamente, impedía que se filtrara a gran escala el virus nocivo pero que, en forma simultánea, asfixiaba hasta la agonía a la mayoría de las labores productivas y comerciales.
Y ya con la aparición de las vacunas contra el coronavirus en el mundo, se interpuso entre las autoridades nacionales y la población una injusta cuestión de intereses y suspicacias geopolíticas que condujo a la Argentina a un retraso enorme en su plan de vacunación, mientras los principales países occidentales, incluyendo a varios de nuestra región, avanzaban con sus planes de inmunización acorde con las exigencias de ese momento.
Superadas las trabas generadas por los intereses políticos, paso favorable en lo que mucho influyó la presión de la oposición y la opinión de la comunidad científica, recién se pudo recomponer la campaña de vacunación en el país y, de esa manera, lograr que la Argentina alcance en estos momentos un nivel de inmunidad alto y comparable con el de los países que marcaron el rumbo en su momento.
Estos dos años desde el inicio de la cuarentena en la Argentina también dejaron en el camino escándalos, como el de los privilegios en materia de vacunación, por citar al más vergonzoso, que pusieron de manifiesto que absolutamente nada, inclusive la vida de millones de argentinos atacados por un virus indomable, puede mover la sensibilidad de una clase dirigente que sólo pone su mirada en sus intereses políticos y en el de cada uno de sus secuaces.
Más allá del festejo de los argentinos por habernos sobrepuesto dignamente al acecho del Covid 19, debemos elevar nuestro homenaje a quienes murieron por la enfermedad, teniendo en cuenta que esa cifra actual de poco más de 127.000 fallecidos desde el inicio de la pandemia también guarda las consecuencias de errores y desatinos cometidos por las autoridades en todo ese tiempo.