Los vándalos deben estar satisfechos en los reductos donde programan como causar daño y alejar a las familias de un espectáculo tan popular y querido como es el fútbol.
El pasado 25 de mayo, un sábado frío y lluvioso, se propusieron una estrategia de perversidad y violencia y se sacaron el gusto.
En el estadio Malvinas Argentinas lograron que el árbitro del partido entre Godoy Cruz y San Lorenzo de Almagro se suspendiera a los siete minutos del segundo tiempo.
Rompieron los baños de un sector del estadio mundialista, tiraron furiosamente piedras al campo de juego y se desbandaron con la misma impunidad con la que aparecieron en la tribuna sur.
Cumplieron con todo el “protocolo” de la perversidad de los barrabravas del fútbol argentino.
Un libreto ejecutado a la perfección, que superó la acción represiva de la Policía de Mendoza, que no supo o no pudo torcer el brazo de quienes no harán nunca nada a favor del club y si mucho en contra.
Con su incursión relámpago reeditaron otras jornadas aciagas que tuvo que sufrir la institución tombina en el pasado.
El perjuicio, como señalamos, fue importante, con consecuencias en lo deportivo y en la economía de la institución.
El Tribunal de Disciplina de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) aplicó un castigo severo a la entidad mendocina: tres unidades de descuento en la tabla del campeonato local y jugar dos partidos sin público (uno ya cumplido contra Rosario Central) y probablemente ocurra lo mismo cuando se enfrente a River Plate, por la séptima fecha, aunque al momento de escribir este comentario la asistencia de público a ese encuentro estaba pendiente de decisión.
Debe agregarse a la lista de castigos que la escuadra local no pudo llevar hinchada a Córdoba para el duelo frente El Porvenir (victoria por 4 a 0), por los 16avos de final de la Copa Argentina.
Además, el partido entre Godoy Cruz y San Lorenzo, que estaba igualado por 1-1 y se suspendió por los incidentes de los barrabravas, se reanudará con día y horario a confirmar, a puertas cerradas.
A su vez, y para dañar a las finanzas del club, la institución de los colores azul y blanco deberá costear la logística del viaje de San Lorenzo para completar el encuentro suspendido en Mendoza.
Además, el Tomba ya pagó 33.5 millones por los destrozos en Malvinas Argentinas por los incidentes con Sarmiento de Junín y San Lorenzo y perderá 22.5 millones más por los 1.500 tickets que dejará de percibir.
Los vándalos se frotan las manos porque su ‘opereta’ no pudo ser más completa y gravosa para una entidad que afortunadamente administra bien sus entradas y egresos, además de exhibir logros deportivos y en el ámbito social.
Un daño colateral todavía no cabalmente dimensionado es saber si muchas personas que regularmente van a ver al equipo bodeguero al Malvinas, lo seguirán haciendo.
No está dimensionado, pero es razonable pensar que ante los riesgos que se suscitan por el accionar de los depredadores, muchas familias decidan no concurrir a la cancha, y terminen viendo los partidos en la comodidad de sus hogares.
En general, todo el público mendocino, sea o no simpatizante del conjunto bodeguero, deberá expresarse y repudiar los ataques que vienen reiterando las facciones encapuchadas.
Los directivos junto con la policía y otros servicios de la seguridad pública, tienen que adoptar medidas urgentes y conducentes a erradicar las violentas incursiones de los inadaptados.
Antes que el equipo retorne a su casa de siempre, el estadio Feliciano Gambarte, enclavado en una zona densamente poblada.
Escenas de violencia como los acontecidas perjudican al fútbol y a la provincia de Mendoza, por esto toda la energía que se ponga en sancionarlas debidamente será bienvenida.