En la sección Ciencia del sábado 13 de julio, este diario publicó una nota del becario doctoral Joaquín Asad, con desempeño en el Instituto Argentino de Zonas Áridas (Iadiza), en la que se informa que en los últimos 25 años el país perdió 7,6 millones de hectáreas de vegetación natural.
La merma de vegetación incluye tanto árboles como arbustos (plantas leñosas) y pastizales.
La pérdida de la cubierta vegetal es el primer paso del proceso de deterioro del suelo y de otras condiciones del ambiente.
Son temas que, por la vorágine de acontecimientos de la coyuntura económica y política, no parecen son muy tenidos en cuenta por la mayoría de los ciudadanos, pero son graves y pueden causar deterioros irreversibles en los ecosistemas.
Sostenemos que los gobiernos, nacional y provinciales, deberían aumentar las
políticas que concilien la producción de alimentos y energía con la protección de los ecosistemas.
La respuesta, sostienen los ecologistas, nunca sería dejar de producir, sino cambiar las formas de producir, por ejemplo: conservando y promoviendo la biodiversidad nativa en las zonas aledañas a los cultivos, disminuyendo el uso de agroquímicos, proteger el borde de los ríos, entre muchas otras acciones.
Afortunadamente, en este cuadro de situación,
Mendoza es una de las provincias con menor cambio en el uso del suelo en las últimas décadas, ya que su producción agrícola está concentrada en los oasis de riego, que ocupan 5 por ciento de la superficie de la provincia. El que más se ha expandido, especialmente hacia el oeste, ha sido el Valle de Uco, con grandes emprendimientos vitivinícolas instalados.
En el proyecto MapBiomas Argentina, que cita el investigador Asad, no se midieron los impactos de los incendios forestales del país, aunque es una temática que preocupa y se evalúa generar productos que estimen los impactos de estos siniestros en la vegetación natural.
A nivel nacional sería ideal que se tomen las indicaciones de MapBiomas Argentina como datos oficiales, tal como lo hace Brasil con el mismo proyecto, y en base a esa decisión aumentar las políticas de conservación de los recursos naturales, entendiendo que no son infinitos. Una propuesta es mejorar la calidad de nuestros parques nacionales y reservas provinciales, y establecer áreas prioritarias para la conservación en ecosistemas amenazados de desaparecer, como lo está siendo el Bosque Chaqueño y los pastizales pampeanos.
Afortunadamente, en el Congreso hay legisladores que escuchan las prevenciones de los técnicos, como el diputado Mauro Vialey (Misiones), quien propuso que los datos de MapBiomas sean tenidos en cuenta como información oficial para la provincia. Generar que los legisladores y los tomadores de decisiones tomen en cuenta esta base informativa e impulsen cambios en sus políticas, es la tarea más difícil de todas.
La comunidad también puede estar en esta cruzada porque los relevamientos de MapBiomas son abiertos y gratuitos justamente para que todos los ciudadanos tengan acceso, y en base a eso, puedan informarse, concientizar, difundir y tomar decisiones propias sobre lo que está sucediendo con nuestras ecosistemas nativos y recursos naturales.
Asimismo, no pocos sostienen que estos temas deberían estar, con las simplificaciones del caso, en la curricula escolar de niños y adolescentes, ya que la educación ambiental a la población en formación es el puntapié inicial para generar una concientización sobre la ecología y el medio ambiente en las futuras generaciones.
Saber estos temas puede influir en la forma de ver los recursos naturales, cambiar la visión de que solamente están para el provecho del ser humano, y que no son infinitos.