Quedó mucha incertidumbre con respecto al futuro del conflicto en Ucrania luego del encuentro de países que promovió el presidente Zelensky. El presidente ucraniano procuraba consensuar iniciativas para una salida al conflicto generado por la invasión de Rusia. No lo logró. Se generó expectativa porque dicho cónclave se llevaba a cabo horas después de la cumbre de países del Grupo de los 7, realizada en Italia.
En el plano internacional, pocos hombres de Estado y analistas esperaban que la cumbre concluyera con la negativa a la firma de un comunicado conjunto por parte de los representantes de las principales potencias del mundo. Se trataba de un escrito que habían acordado previamente más de 80 países y organizaciones internacionales.
El compromiso que finalmente se conoció fue para la abstención del uso de la fuerza contra “la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado”. También se puntualizó en la necesidad de garantizar la protección de las instalaciones nucleares, la seguridad alimentaria mundial, el intercambio de prisioneros de guerra entre países en conflicto y en contra del uso de armas nucleares y ataques a buques mercantes. Nada puntual sobre Ucrania.
Se trata de planteos muy importantes, razonables proviniendo de autoridades de numerosos países, y que de algún modo reflejan el contexto bélico actual en distintas partes del mundo. Pero no se incluyó un anhelo que tenía el presidente ucraniano, como la exigencia de la salida de las tropas rusas de los territorios invadidos y ocupados en más de dos años. Se insta, incluso, a las partes a practicar el diálogo para lograr dicho cometido. No hubo tratamiento a una cuestión fundamental como es el destino de Ucrania ocupada por las fuerzas invasoras.
No rubricaron la declaración preparada países como Arabia Saudita, Tailandia, India, México, Sudáfrica, Brasil y Emiratos Árabes Unidos, entre otros. Y el canciller de Alemania, Olaf Scholz, y la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, abandonaron el evento en pleno desarrollo del mismo. Muchos interrogantes detrás de cada una de estas decisiones; desde intereses comerciales a sospechas de improvisación diplomática.
El líder ruso, Vladimir Putin, había dicho antes de la cumbre que sólo ordenaría el cese del fuego en forma inmediata si las fuerzas ucranianas se retirasen de las cuatro regiones que Rusia anexó en 2022, a poco de iniciarse la invasión. Además, si Ucrania abandona su intento de unión a la OTAN, postura que le sirvió al líder ruso para emprender su avance.
Queda en evidencia que la postura intransigente de las autoridades de Moscú torna sumamente tensa la crisis actual y compromete a los aliados a Ucrania de a definir posturas, en especial sobre el apoyo logístico que brinda al país invadido. Putin sabe del estado deliberativo que hay en Occidente en lo referente a la postura sobre el conflicto que él mismo generó. Y hay una clara especulación pensando en las estratégicas elecciones de este año en Estados Unidos; recientemente, Donald Trump dijo que si vuelve a ser presidente seguramente se volverá a plantear el apoyo de su país a Ucrania.
Resulta sorprendente que el drama que viven los ucranianos sea abordado con tanta indiferencia como la que se advirtió en la reciente cumbre de Suiza. Un aspecto que el presidente Zelensky deberá contemplar para adquirir el respaldo internacional que ha perdido y busca recuperar.