Fundada en junio de 1880, la Cruz Roja Argentina es una de las organizaciones humanitarias de mayor trascendencia en la ayuda al prójimo en el país.
Allí donde hay una catástrofe o un estado de necesidad que involucra a personas en dificultades, allí están presentes los hombres y mujeres de la organización con 66 filiales en todo el país y miles de voluntarios que trabajan incansablemente para construir una sociedad más justa e inclusiva junto a las comunidades en situación de riesgo.
Lo que se celebra son los 140 años del capítulo nacional de la institución, la asociación civil, humanitaria y de carácter espontáneo, que acompaña el crecimiento de las comunidades que más lo necesitan.
La institución internacional es aún más antigua. Fue fundada en 1863 en Ginebra (Suiza), por varias personas, pero de manera especial por la iniciativa de Henry Dunant, quien socorrió a los soldados heridos en la batalla de Solferino (Italia), en 1859, episodio decisivo de la lucha por la unidad italiana.
Con miles de voluntarios en todo el territorio argentino. Cruz Roja Argentina surgió el 10 de junio de 1880, por iniciativa de los médicos Guillermo Rawson y Toribio Ayerza, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda.
Para acompañar esta celebración, monumentos y edificios históricos se iluminaron de rojo, como la Rotonda del Mapa en la ciudad de San Rafael, entre otros espacios emblemáticos de todo el país.
Epidemias como la de cólera o fiebre amarilla, a fines del siglo XIX, catalizaron la creación de la institución en 1880. Hoy, 140 años después, sus integrantes siguen fieles a los principios originales de contribuir a mejorar la vida de los ciudadanos, especialmente, de aquellas en situación de vulnerabilidad, como afirmó Diego Tipping, presidente de Cruz Roja Argentina.
Esta institución estuvo presente en las emergencias más importantes del país, tal el caso de la epidemia de cólera (1886), el terremoto de San Juan (1944), los atentados a la Embajada de Israel (1992) y AMIA (1994), Cromañón (2004), un alud en Tartagal (2009) y las inundaciones en La Plata (2013), Luján (2015), Litoral (2016), Comodoro Rivadavia (2017), Salta y Chaco (2018).
Este año comenzó sus actividades brindando apoyo a las comunidades Wichi y Toba, del norte de Salta, donde aún se encuentra trabajando en el acceso al agua potable y, en la actualidad, también está desarrollando un plan de acción ante el Covid-19, desplegada en todo el territorio nacional.
Esa connotación de apoyo al prójimo, especialmente a las comunidades más vulnerables, se observa también en la gestión de la filial Mendoza.
En el medio local son muchas las labores que se pueden destacar, como el relevamiento de comedores y merenderos comunitarios para evaluar su situación ante la existencia de la emergencia alimentaria que afecta a barrios y distritos vulnerables, o el relevamiento masivo en la zona de El Algarrobal (Las Heras), trabajo que se hacía al momento de realizar este comentario.
Asimismo, la delegación mendocina se ha aplicado en el diseño de un plan de acción que brinde una ayuda integral a familias migrantes que se hayan visto afectadas por el contexto del Covid-19; y al monitoreo y relevamiento de la situación sociosanitaria que atraviesan familias venezolanas migrantes en el contexto de la pandemia en curso.
Se han coordinado las acciones a seguir, en vinculación con las autoridades sanitarias provinciales, para cubrir los distintos requerimientos humanitarios.
Como la provincia ya ha recibido a más de 12 mil personas que retornaron desde que comenzó la cuarentena obligatoria, entre aviones, colectivos y vehículos menores, unos 135 voluntarios locales se unieron a esos operativos para ayudar a hacer más viables esas acciones.