Hay un tema del que no podemos evadirnos los mendocinos y es el de los incidentes de tránsito graves, en los que se producen muertes y heridos de consideración.
A minutos del último Día del Amigo, una chica y un joven, de 25 y 30 años, respectivamente, fallecieron cuando intentaban cruzar el Acceso Sur, a la altura de la calle Rawson, en Godoy Cruz.
El conductor del automóvil que los atropelló tiene 19 años y conducía alcoholizado (1,29 gramos de alcohol por litro de sangre).
Patético, penoso a todas luces, dos vidas segadas en la flor de la juventud y seguramente también afectada la del causante de tamaña desgracia.
En tiempos de coronavirus, las tasas continúan en ascenso en la medida en que se flexibilizan las condiciones del aislamiento social y la cuarentena obligatoria en algunas actividades.
Igualmente, comparadas a junio-julio de 2019, se presentan muy disminuidas, especialmente en lo que concierne a la mortalidad vial.
Pero la aspiración de quienes manejan con prudencia y de las autoridades del área, es que estos hechos no se produzcan, sin embargo la inapelable realidad es la que manda.
Ya lo planteamos en otros comentarios. En la actualidad, los servicios médicos, estatales y privados, están en máxima alerta por la de la pandemia del Covid-19. Aunque hay sectores dispuestos para otras patologías, la carga siempre recae en el personal que atiende la situación sanitaria en general.
Conducir un vehículo bajo los efectos del alcohol es muy grave, lo fue antes y lo es mucho más ahora.
Lo deberíamos saber cada vez que ascendemos a un vehículo con el propósito de desplazarnos por calles y rutas.
Pero no siempre se aprende por las buenas y en ocasiones hace falta darnos contra una pared para reaccionar.
Funcionarios de la Policía Vial provincial han comprobado en la vía pública una mayor producción de infracciones, a medida que aumenta el desplazamiento vehicular, y de manera más preocupante en horas de la noche, en clara violación a la restricción existente de circular en esos horarios.
“Nos encontramos –decía un uniformado, experto en el tema- con un panorama que nos hace ver que estadísticamente la curva desciende notablemente en cuanto al número de fallecidos y heridos, consecuencia de los siniestros, pero de manera paulatina la conducta de conducción sigue incurriendo en aquellos errores y falta de apego a la norma tal como se notaba antes de marzo del año en curso”.
Además, se observa otro problema, que se agrega al cuadro en análisis: hay un grado de exasperación muy marcado en algunos conductores quienes, ante la presencia de controles policiales, exhiben comportamientos agresivos ante las autoridades. En ocasiones, intentan evadir el requerimiento de los inspectores.
La respuesta entonces ante la actual emergencia es conducir con excesiva prudencia, dejando el apuro sólo reservado a las unidades policiales, de bomberos y las ambulancias.
Los demás conductores pueden tomarse más tiempo para llegar a sus destinos, siempre sobrios, obviamente y cumpliendo con las normas viales.