El turismo contribuye en forma vigorosa al crecimiento económico-social de una provincia como Mendoza, pero necesita, entre otros requerimientos, la disponibilidad de buenos caminos.
Lo cierto es que la provincia ha perdido su otrora ventaja comparativa de poseer una adecuada red vial, no sólo por el factor turístico, sino por la estrecha vinculación con la producción y el traslado de mercaderías.
En la actualidad no faltan vías de comunicación con baches y roturas y trabajos de reparación o de ampliación que están muy lentos.
Hay carpetas asfálticas muy dañadas, como algunos tramos del Acceso Sur, entre el cruce de Quintana (Perdriel) hasta el Monumento al Cóndor, en la ciudad capital.
El panorama, en el corto plazo, no es alentador. Los Andes informó (lunes 23/09/24), que Mendoza tiene asignado en el Presupuesto 2025, sólo para obras de Vialidad Nacional, una partida de $23.203 millones para todos los trabajos establecidos en el territorio provincial. Un monto “irrisorio”, según el propio gobernador, Alfredo Cornejo.
Concretamente ha reducido su ritmo o velocidad de ejecución la doble vía Mendoza-San Juan, con solamente 54% de avance y lo mismo pasa con la Variante Palmira-Agrelo (ruta nacional 7), de 36,5 km. Cuando se habilite esta opción, se descongestionarán los accesos Este y Sur, atravesados ahora por una elevadísima cantidad de camiones de carga pesada del transporte internacional que circula hacia Chile. La ruta nacional 7, Corredor Bioceánico, es la principal conexión terrestre con Chile, vía exportación hacia el Pacífico. Por allí pasan miles de camiones pesados, ómnibus de pasajeros y automotores livianos. Los deterioros de su infraestructura exigen que se encare, en un plazo mediato, la ejecución de una carretera acorde con los requerimientos de tráfico y servicios.
También está postergada la reconstrucción de los puentes y defensas de los arroyos Los Pozos, Chanares Norte y Chañares Sur, sobre la ruta nacional 40 (Anchoris). El presupuesto aquí es de unos escasos $800 millones para terminar los puentes que se cayeron entre 2020 y 2021, conexiones básicas con Tunuyán y el sur provincial.
El sistema mendocino tuvo como últimas rutas para la red provincial, por un lado, el Corredor del Oeste, en los años 2000, y dentro de la jurisdicción nacional: la pavimentación de la traza de la exruta 101 y 40 desde Pareditas hasta El Sosneado. El circuito del perilago de Potrerillos, de neto corte turístico, es otro aparte relativamente moderno.
Asimismo, hay que observar la conectividad con la provincia de Neuquén, en particular lo concerniente a la vinculación del nuevo pueblo de la región, Pata Mora, a 300 km de la ciudad cabecera de Malargüe, con las áreas productivas petrolera de esa provincia. Un objetivo en esa zona es la reparación de la ruta provincial 189. La carencia de caminos aptos allí retrasa y dificulta notablemente las posibilidades del desarrollo de la “lengua” mendocina de Vaca Muerta.
Otro punto que se reclama desde hace décadas es la pavimentación de un tramo de aproximadamente 80 km de la ruta nacional 40, más precisamente el tramo entre Ranquil Norte y La Pasarela (puente sobre el río Grande) y el tramo, 2, entre la Pasarela y el pueblo de Bardas Blancas.
Si nos comparamos con Córdoba, San Luis o Neuquén, estas provincias tuvieron esquemas de peaje contra ejecuciones de ruta nueva o modificada a doble trocha.
Las discusiones que se dieron a fines de los años 90, por la red de acceso a Mendoza con peaje, sepultaron todos los las posibilidades de asemejarnos tanto a Córdoba, Rosario o Buenos Aires, que sí ejecutaron sus accesos por este sistema de financiamiento. Debe debatirse si no es necesario que tanto la Nación, como las provincias agilicen las decisiones que vuelvan a imponer esta posible alternativa (utilizada en todo el mundo moderno).
