Los incidentes de motocicleta siguen en alza y se repiten en las calles y rutas de Mendoza, con un alto índice de pérdida de vidas o lesiones muy serias para sus protagonistas.
No hacemos diferencia con los incidentes de los vehículos mayores, que nos siguen preocupando. Desde estas columnas militamos por un desplazamiento vehicular ordenado y apegado a las normas viales.
Pero, la comunidad percibe la peligrosa reiteración de los siniestros de moto y a ellos queremos referirnos.
Los accidentes más frecuentes entre rodados de dos ruedas y otro tipo de vehículo son las colisiones frontales y frontolaterales, que provocan graves consecuencias en la mayoría de los siniestros.
La velocidad excesiva y una conducción irresponsable aumentan de manera exponencial las posibilidades de impacto. A alta velocidad, los motociclistas tienen menos tiempo para reaccionar ante los obstáculos de la calzada o los cambios repentinos del tráfico, lo que aumenta el riesgo de accidente.
En Mendoza, muchos de los accidentes se producen en el llano, pero también revisten preocupación los que ocurren en la montaña, especialmente en el trazado de la ruta nacional 7, o Corredor Bioceánico. Ejemplo de esta situación es la muerte del empresario avícola Antonio Olmo el 16 de abril pasado, que tuvo un percance con su moto en el km 1143 en Uspallata, no obstante ser un experimentado motorista.
Habrá que volver a rediscutir y analizar, pero por sobre todo tener presentes, los protocolos básicos de seguridad que indican la utilización de equipo de seguridad; usar colores brillantes o ropa reflectora, sobre todo de noche. Como regla de seguridad inapelable, utilizar casco, elemento que puede aumentar las posibilidades de sobrevivir a un accidente.
Conducir a una velocidad adecuada es otro punto a tener cuenta porque facilita el tiempo necesario para reaccionar ante una circunstancia inesperada.
Tanto para los vehículos como para las motocicletas, es importante desplazarse a la velocidad adecuada según lo asignado por las autoridades viales y la Ley de Tránsito. Esta actitud aseguraría disminuir la probabilidad de percances graves, pero en Mendoza, lamentablemente, no se cumple como se debiera.
Asimismo, hay que erradicar el dramático espectáculo de familias enteras (padre, madre y uno o dos hijos pequeños) viajando en una moto de baja cilindrada con el imaginable riesgo.
Por su parte, los medios masivos de comunicación deben intensificar la difusión de las buenas y prudentes prácticas en el manejo responsable, de manera de crear conciencia.
Por otr lado, propiciamos aumentar las penas por robo o destrucción (vandalismo) de la cartelería vial, que está ocurriendo y mucho, además de mejorar la iluminación en sitios riesgosos, en especial cruces de caminos o rutas.
Por último, recurrimos al testimonio de un motociclista con 30 años de experiencia, quien reclama una gran responsabilidad de autocuidado al conducir una motocicleta.
Sostiene este usuario frecuente de la moto que “hay muchos días en que tenemos muchos pensamientos fugaces en nuestras cabezas y subimos a rodados que en 100 metros producen más de 100 km por hora. Además de tomar conciencia previamente a la conducción, ésta tiene algo así como un poder intrínseco en el conductor que, al igual que el alcohol, desinhibe y da una falsa sensación de seguridad. El poder de aceleración, la gran maniobrabilidad y el escapismo que brindan las dos ruedas, te transportan a un universo ilógico y totalmente inseguro par quien conduce y para todo los demás que transitan calles o rutas…”