En una época de aislamiento y cuarentena, los niños están más expuestos al humo de tabaco en general. La Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR) y neumonólogos mendocinos, advierten los peligros que produce en los pequeños el estar en contacto con el humo del cigarrillo.
Aunque los adultos salgan a fumar, el humo ‘de segunda mano’ o de ‘tercera mano’ les resultará perjudicial para su salud. El primero de los dos es el que exhala el fumador y los alcanza a él y a las personas que lo rodean. Pero, el “de tercera mano” genera una mezcla invisible de gases y partículas que -una vez apagado el cigarrillo- permanecen adheridas a la ropa y el cabello de los adictos al vicio. Y se van acumulando en muebles, electrodomésticos y juguetes.
Esas partículas tóxicas permanecen adheridas a las superficies pueden causar distintas enfermedades, como diabetes tipo 2, dañar los pulmones, el cerebro y el hígado.
Cuando un fumador, especialmente en esta época de cuarentena, sale a consumir un cigarrillo, no se toma una ducha y lava su ropa antes de volver a tener contacto con los niños. Lo que seguramente se ignore es que está ingresando ‘humo de tercera mano’ al hogar y poniendo en riesgo la salud de los pequeños.
El fumador inhala el humo, que potencialmente genera un daño local, en las vías aéreas, y también general. El ‘humo de segunda mano’ es la suma del humo exhalado por el consumidor, y queda por ver el ‘humo de tercera mano’, muy perjudicial.
Entonces, si este último humo está en el hogar, los benjamines de la casa son los más vulnerables porque suelen gatear o sentarse en el piso, tocar todo y llevar sus manos a la boca.
Los niños expuestos al humo de cigarrillo en sus hogares han demostrado tener mayor prevalencia de muerte súbita, sabiendo que cuando los lactantes duermen boca arriba y viven en casas libres de humo de cigarrillo disminuye significativamente el riesgo de muerte súbita. Por otro lado, los chicos expuestos al humo de cigarrillos tienen más dificultades a nivel escolar y suelen tener mayor posibilidad de contraer enfermedades.
En EEUU se hizo un estudio a niños que vivían en hogares donde no había fumadores. Se compararon los muestras de sangre en función del tipo de vivienda que habitaban comprobando que aquellos infantes que residían en viviendas rodeadas de jardines, tenían menos cotinina en sangre (alcaloide hallado en el tabaco) que aquellos que vivían en casas de paredes adosadas, tipo dúplex. En nuestro país, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, durante el lapso de casi 10 años, descendió de forma significativa el hábito de fumar en restaurantes (25%) y también en el ámbito laboral. En los hogares solamente bajó 8,8%.
En pandemia estamos modificando nuestros hábitos de limpieza y hacemos esfuerzos para evitar el ingreso del virus al hogar. Es hora de entender que existe otro enemigo que podemos estar ingresando nosotros mismos a casa, y que una prenda colgada en el perchero que pertenezca a un fumador, deja en ese ambiente humo de “tercera mano” que puede perjudicar al resto del núcleo familiar, especialmente a los más pequeños.