Recientemente la capital de Mendoza y de Godoy Cruz participaron del Tercer Encuentro Nacional de Ciudades Inclusivas y Sustentables.
La finalidad de la reunión fue dar a conocer y compartir experiencias propias para crear y co-crear políticas ciudadanas eficientes.
En el caso de nuestra capital, no se llega aún a la ciudad esperada que reclama la inclusión, el desarrollo productivo, la seguridad, la no violencia urbana y sortear lo mejor posible el cambio climático.
Una de las metas se concretará cuando la ciudad de Mendoza logre inaugurar una “supermanzana” en la zona de plaza Independencia, concepto urbanístico que quiere recuperar el espacio público con acciones y obras amigables al medioambiente.
Es uno de los componentes del proyecto enmarcado en el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (Global Environment Facility, GEF 7) de Ciudades Sostenibles” sobre “Inversiones Integrales Bajas en Carbono y Conservación en Ciudades Argentinas”.
La capital de Mendoza accedió, como informó Los Andes en julio pasado, a una donación de U$S3.000.000 para ejecutar varias iniciativas, entre ellas, la “supermanzana”, que es un concepto aplicado en otras urbes del mundo, como Barcelona.
Esta idea en la que se viene trabajando desde hace algún tiempo, fue elegida junto a la de otras 4 ciudades del país: Ushuaia, Salta, General Pueyrredón (Mar del Plata) y Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
El área a intervenir está demarcada por avenida Las Heras, entre Chile, Mitre y Patricias Mendocinas.
Si esta iniciativa prospera es esperable pensar que con los conocimientos que se adquieran, se podrá avanzar con igual sentido en otros sectores de Capital, en un futuro mediato.
De todos modos, los desafíos que quedan por delante son muy grandes para alcanzar el pleno ejercicio de una ciudad sustentable.
Este concepto de hábitat moderno y humanizado exige, entre otros requerimientos, reducir las emisiones de dióxido de carbono (C02); emplear fuentes de eficiencia energética y de energías renovables; incentivar la movilidad urbana, lograr un transporte público adecuado y mantener los espacios verdes.
En este último capítulo sumamos una muy buena puntuación por el carácter de ciudad-oasis que acredita la capital, aspecto que sorprende al visitante. Plazas, parques y acequias proporcionan una calidad de vida determinada y la existencia del Parque General San Martín, en el borde de la ciudad, como un pulmón ciudadano, hacen olvidar en parte la cercana naturaleza desértica del territorio que habitamos.
Como contrapartida, el Gran Mendoza y en especial la capital soportan diariamente elevados niveles de congestión vehicular y contaminación en las horas pico de cada jornada, problemática que no encuentra solución pese a los distintos abordajes practicados. Lo mismo ocurre con el sistema público de transporte de pasajeros que, aunque imprescindible para la población, complica aún más la circulación por las calles capitalinas. Además, las frecuentes protestas sociales y gremiales en la vía pública, que no pueden ni deben ser prohibidas porque son un justo derecho de muchas personas, ofrecen un desafío para que se hagan sin afectar al resto de la población, aspecto sin remedio hasta ahora.
Todas estas realidades requieren necesariamente de una presencia activa del Estado provincial, que junto a los municipios del Gran Mendoza deberían trabajar en una agenda conjunta a los efectos de poder planificar y ejecutar mejoras en el tráfico automotor citadino, usar las calles para reclamar sin perjudicar a terceros y optimizar el traslado de usuarios a través de colectivos.
