La pobreza es un flagelo que afecta desde hace muchos años a la sociedad argentina. Una dolorosa realidad a la que, lamentablemente, la dirigencia no le encuentra una solución. Aunque con altibajos, las estadísticas demuestran que la dura situación que viven millones de argentinos se incrementa con el paso de los años.
Al respecto, el último y reciente estudio del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) evaluó la pobreza en el país en los años recientes. De lo evaluado surgió que en la última década 6 de cada 10 argentinos fueron pobres en algún momento. Asimismo, en ese mismo período 3 de cada 10 habitantes nunca dejaron la situación de pobreza.
Actualmente, según lo que señala la UCA, 1 de cada 10 argentinos sufre hambre en forma cotidiana. Además, en el presente 4 de cada 10 personas que habitan nuestro país son pobres tanto por sus ingresos como por otras privaciones elementales, como el acceso a la vivienda, la educación o la salud.
Estos alarmantes datos llevaron a las autoridades del Observatorio de la Deuda Social a titular su estudio como “Radiografía de la pobreza en Argentina. ¡Es urgente acortar distancias!’’. Un claro llamado, una vez más, a la solidaridad de la población y al letargo de las autoridades.
Este duro documento fue dado a conocer por la UCA en conjunto con Cáritas, la organización católica que se dedica en todo el mundo a la asistencia a los más necesitados y que este fin de semana realiza su colecta anual en Argentina para poder fortalecer su tarea.
Es justo reconocer la existencia de iniciativas políticas desde el Estado para salir al cruce de esta realidad. Pero lo que se pretende hacer, una vez más, es un llamado urgente a apuntar al fortalecimiento de la producción y el empleo y tender a que la economía genere en la población ingresos que permitan superar la línea de la pobreza con la satisfacción del trabajo genuino.
No hay dudas de que la abundancia de planes de asistencia social constituye un paliativo importante para quienes carecen de los recursos indispensables para su subsistencia. Pero, a la vez, esa ayuda estatal se transforma en un modo de vida, inapropiado, cuando faltan las condiciones económicas para que el sector privado genere condiciones de empleo sólidas y duraderas. Y la informalidad laboral termina jugando a favor de la crisis de pobreza cada vez más alarmantes para la sociedad.
También es bueno reiterar que en casi cuatro décadas de democracia en el país, la política ya debería contar con la madurez necesaria para consensuar líneas de acción en el tiempo, independientemente del signo político que se encuentre ocasionalmente a cargo de la conducción del Estado.
Los datos, tan certeros, que vuelve a entregar el sondeo sobre la pobreza en la Argentina no hacen otra cosa que reiterar en la ciudadanía dudas fundadas sobre la capacidad de gestión de la dirigencia. Por lo tanto, cabe reiterar que es la pobreza la gran deuda que tiene la democracia argentina.