El Departamento General de Irrigación, junto con los municipios del Gran Mendoza, impulsa una nueva versión de la campaña que había lanzado en 2021 con respecto al cuidado de los cauces de riego, consistente en generar conciencia sobre el cuidado de los mismos.
“Cambiá tu actitud” es el eslogan central de la comunicación televisiva, radial y gráfica, bajo el lema paraguas: “La basura que tirás en los cauces, vuelve”.
Si bien se ha progresado bastante con respecto al cuidado de los cursos que sirven para el desarrollo del arbolado público y los campos de la producción agraria provincial, es necesario insistir en la materia porque todavía hay niveles de contaminación importante en esas estructuras, vitales para regar viñas, chacras y otros espacios vegetados.
La problemática de la basura y otras formas de contaminación aún se puede apreciar en distintos canales y acequias.
No hay que olvidar que el Área Metropolitana de Mendoza, compuesta por Las Heras, Mendoza Capital, Guaymallén, Godoy Cruz, Maipú, Luján de Cuyo y Lavalle., tiene una población de 1.123.371 personas, que genera aproximadamente 1.359 toneladas diarias de residuos sólidos. El ranking es liderado por Capital y Godoy Cruz, seguidos por Guaymallén, Las Heras, Luján y Maipú. Es decir, 70% de la basura provincial.
Por año, cada mendocino genera 423 kilos de residuos, cuando a nivel mundial ese valor está en 270 por año.
La basura que se estanca a diario en los cauces, pensemos en el principal curso, el canal Cacique Guaymallén, afecta gravemente la calidad del agua, porque la contamina. Esa contaminación nos afecta directamente o indirectamente, a través del agua potable o de los productos alimenticios que se riegan con ese líquido. Se trata del agua que ingresa a las plantas potabilizadoras, la misma que se utiliza en el hogar, la que riega la producción de frutas y verduras de la mesa familiar.
Aunque hay cursos en buen estado, otros, la gran mayoría, transportan una corriente líquida que arrastra alimentos, botellas, pañales, pilas, partes de electrodomésticos e incluso chatarra. Se trata de cientos de objetos y materiales que impiden el paso del agua libremente.
A diario, los tomeros de las inspecciones de cauce recorren canales para quitar residuos que impiden el desplazamiento del agua que riega los cultivos y también del agua que ingresa a las plantas potabilizadoras.
Los químicos de los residuos contaminan y pueden alterar los productos destinados a la alimentación. Es que el agua se trasforma en un vector para que eso suceda si la contaminamos. Cuando llueve se producen rebalses en las acequias producto del taponamiento que genera la basura que se ha tirado allí, lo que causa daños en veredas y calles.
Si no separamos los productos peligrosos contaminantes de la basura diaria, ésta en algún punto termina en el cauce. El ciudadano puede hacer mucho en este aspecto, respetando los horarios para sacar la basura, pero de manera determinante si no arroja nada a los cauces que están junto a las rutas, las calles y los espacios verdes de recreación emplazados en los distintos departamentos.
Es una situación que no exige esfuerzos ni inversión ni gasto para el habitante; simplemente debe permitir que circule el líquido libremente. Los beneficios se traducirán en alimentos sanos y un ambiente sustentable y en última instancia en una protección de la salud.