Hay un debate en torno a la situación de la casa-estudio que fuera el hogar del arquitecto Gerardo Américo Andía, gran profesional mendocino, proyectista del inmueble en cuestión y ex ministro de Obras Públicas del gobierno de Santiago Llaver.
La casa, ubicada en calle Bandera de los Andes 4931, de Villa Nueva, tiene gravitante importancia desde el punto de vista patrimonial y está descripta en ese sentido por publicaciones específicas, como por ejemplo la Guía de Arquitectura (Gobierno de Mendoza-Junta de Andalucía-2005). En esta obra se menciona que: “A medio siglo de su inauguración (1954), la casa Andía sorprende por la vigencia de su diseño, que combina rigor funcional, gran manejo volumétrico y alta expresividad en el lenguaje, a partir de texturas rugosos, como la piedra, o brillantes, como el vidrio.
La propiedad estuvo a punto de ser comprada por el Colegio de Arquitectos de Mendoza, quien finalmente no concretó la operación al producirse la “retracción” de la oferta de venta del inmueble por parte del actual titular, el hijo del arquitecto Andía...
En un comunicado, la entidad mendocina señaló que el propietario, descendiente del proyectista, fundó “su decisión de no vender a raíz de los cuestionamientos que efectuó una parte de los matriculados, poniendo en duda la legitimidad de los actos llevados a cabo por los órganos de la institución y cuestionando la... intención de la familia Andía, lo cual les provocó un pesar que los persuadió de desistir de concretar la operación”.
El proyecto del Colegio de Arquitectos era tomar la titularidad del bien para hacer de él una casa museo y un museo de la Arquitectura, que no hay en la provincia. Sería una forma de proceder distinta, un cambio de paradigma en el manejo institucional al ofrecer a la sociedad un nuevo aporte cultural y patrimonial.
Dando por ciertas las buenas intenciones de todas las partes intervinientes en el proceso, la comunidad se vería beneficiada con la apertura de un complejo que le podría hacer mucho bien a la cultura y al turismo, al posibilitar visitas y eventos culturales, actividades, exposiciones y exhibiciones, espectáculos musicales, proyecciones, cursos de capacitación y actualización profesional.
Se puede poner como ejemplo la Casa Batló o el Palau Güell en Barcelona, el primero con administración privada (fundación), el segundo municipal. Son dos museos de sitio que atraen a un sinnúmero de visitantes y generan recursos tanto para mantener el lugar, como para suponer ganancias para quienes lo administran. Son ejemplos, no más, Europa está lleno de ellos.
“Creo que no tenemos la visión del patrimonio como recurso incorporada ni en los funcionarios, ni en los colectivos de profesionales. La paradoja que en ambos casos se maravillan por el turismo cultural europeo, no es otra cosa que un turismo basado en el patrimonio arquitectónico de las ciudades”, sostuvo la experimentada patrimonialista Cecilia Raffa.
También hay ejemplos en la Argentina, como la Casa Curutchet de Le Corbusier, en La Plata, y la Casa del Puente de Amansio Williams, en Mar del Plata.
Hay que tratar de hacer algo, entre los poderes públicos y la iniciativa privada, de manera de que se proteja, como no ha ocurrido en otras oportunidades, una joya de la fecunda creación arquitectónica de nuestro suelo.