El salario mínimo, vital y móvil no alcanzó en mayo pasado para que una familia tipo de cuatro integrantes compre una canasta básica de alimentos, según distintos informes de organismos especializados, públicos y privados.
Al salario mínimo lo fija el Consejo del Salario, con la participación de entidades sindicales y cámaras empresariales, bajo la coordinación del Ministerio de Trabajo de la Nación.
No sólo importa porque, como su nombre lo indica, establece la cifra mínima que puede cobrar una persona que trabaja en relación de dependencia, sino también porque sirve como un indicador para calcular los montos de varios planes sociales, como el Potenciar Trabajo, el Programa Acompañar, las Becas Progresar y la Asignación Universal por Hijo.
En otras palabras, hay millones de argentinos que dependen de manera directa o indirecta del valor del salario mínimo.
Por eso mismo, si lo fija el propio Estado, ¿cómo es posible que no alcance siquiera para comprar una canasta básica de alimentos para un grupo familiar?
La canasta básica de alimentos, recordemos, sólo cubre relativamente las necesidades nutricionales, y quien cuenta con un ingreso menor es considerado indigente.
Decimos que la cobertura nutricional es relativa porque algunas investigaciones han puesto en duda que los alimentos incluidos brinden una alimentación saludable y satisfactoria.
En cualquier caso, es un parámetro válido que, mientras el Estado no lo modifique, debiera vincular su costo con el valor del salario mínimo.
Acaso sea necesario agregar que no tiene sentido especular con que una familia tipo cuenta con la posibilidad de sumar el ingreso de dos adultos.
Estamos hablando, para mayo, de un salario mínimo de unos $ 84 mil contra una canasta alimentaria que rondó los $ 88 mil.
Pero estamos lejos de la canasta básica total, que incluye –además de los alimentos– el costo de bienes y servicios, y que es la que se usa para medir la línea de la pobreza.
Esta canasta, como superó en mayo los $ 190 mil, vale decir que ni siquiera pudo ser cubierta con dos salarios mínimos.
Por supuesto, detrás del problema está la inflación, que se ha acelerado en el último año, como todos sabemos.
Pero como la crisis económica no es nueva, el tema tiene su historia y, a pesar de que el Gobierno nacional hizo un esfuerzo para que los últimos aumentos del salario mínimo superasen la inflación de los alimentos, al comparar los datos de los últimos cinco años se ve el deterioro global.
Entre mayo de 2018 y mayo de 2023, el salario mínimo aumentó casi un 790%; la canasta total, casi 1.000%; y la canasta alimentaria, 1.200%.
Una nueva demostración de que donde más golpea la inflación es en las clases bajas.
Porque los sucesivos gobiernos, por más que hayan expresado su preocupación por la situación social y hayan ampliado la cobertura de los planes sociales, no han podido actualizar sus montos al ritmo de la inflación.
Quienes se proponen recortar el gasto social debieran tener presente esta cruda realidad.