La Argentina dispone de un recurso fundamental para la protección de nuestros bosques: la Ley 26.331 (2007) de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos.
Surgió para planificar el uso de estos ecosistemas y lograr equilibrar producción y conservación de la naturaleza. Sin embargo, en todos estos años, su implementación ha sido parcial y nunca contó con el total del presupuesto que debería asignarse, tanto para el control, monitoreo y vigilancia, como para estimular el uso sustentable y la restauración.
El proyecto de Ley de Presupuesto General de la Administración Nacional para 2024 ha sido presentado por el Poder Ejecutivo ante el Congreso. Se asignó al Fondo Nacional para el Enriquecimiento y la Conservación de los Bosques Nativos un monto de $15.004.325.000 y al Programa Nacional de Protección de los Bosques Nativos una cifra de $1.500.480.600. Sin embargo, el presupuesto estipulado corresponde apenas al 7,37% de lo que debiera destinarse para la protección de nuestros bosques.
De acuerdo a muchos investigadores y entidades ambientalistas, en especial la Fundación Vida Silvestre Argentina, la disponibilidad de esos 15 mil millones de pesos, no alcanzan para proteger más de 50 millones de hectáreas de bosques. Lo que pide el sector es que se cumpla con la ley de manera correcta: “Sin el adecuado estímulo financiero, las provincias se ven imposibilitadas de fortalecer su capacidad de fiscalización, control y vigilancia. Por otro lado, los propietarios de áreas con bosques nativos no reciben estímulos para desarrollar el uso sustentable”.
La riqueza de ese espacio arbolado es enorme. Argentina posee distintas regionales de bosque nativo, correspondiendo a Mendoza la denominada Monte, que conforma 8% del territorio de bosque de todo el país.
Las diversas regiones del bosque son el asentamiento de más de 600 especies de forestales, entre las que se destacan el palo santo, la araucaria, el alerce, los quebrachos colorados y blancos, el lapacho, el cedro, el guatambú, el jacarandá, el petiribí, el sauce y el ñandubay, entre otras.
En total, los bosques nativos argentinos ocupan 19,1% de la superficie del país y representan 6,5% del total de bosques de Sudamérica y 1,6% de los del mundo. Estas superficies boscosas han sufrido grandes pérdidas con motivo de la expansión agropecuaria, la construcción de infraestructura, la ganadería intensiva, la agricultura, la extracción de madera, y, sobre todo, por los incendios.
Estas estructuras ayudan en el proceso de regulación hídrica, cumplen un papel efectivo en la conservación de la biodiversidad y de la disponibilidad del agua, evitan la erosión del suelo y forman parte del proceso de fijación de carbono. “Además, los bosques son hábitat de muchas especies y funcionan como ‘amortiguadores’ de los agentes patógenos -como virus y bacterias- que pueden afectar al ser humano”, tal como sostiene Manuel Jaramillo, director general de Vida Silvestre Argentina.
Es necesario que la norma que se ocupa de los bosques reciba todos los ítems que establece la ley, que prevé disponer o estar integrada por las partidas presupuestarias que no podrán ser inferiores al 0,3% del Presupuesto nacional. Ese 0,3% para 2024 debiera ser de 203.532.806.865, una cifra que difiere bastante de los 15.004 millones estipulados y disponibles.