Daniel Burrieza, director de Defensa Civil de la provincia, en entrevista con Los Andes, el sábado 31 de diciembre pasado advirtió que: ”La cantidad de incendios que se producen en la provincia va en aumento; y en los tres últimos años se duplicaron”.
La problemática de los incendios forestales, entendiendo por ellos al fuego descontrolado de rápida propagación que afecta a llanuras, bosques, pastizales y terrenos incultos, debe preocuparnos mucho y por eso es tan válida la advertencia.
El año pasado, hasta el jueves 29 de diciembre, se produjeron 3.490 novedades de incendios. Esto es 37,84% más que en 2021, cuando fueron 2.532. En tanto, en 2019 habían sido 1.846 y en 2020, 2.711. La mayoría son incendios forestales, los cuales se duplicaron en todo el mundo en los últimos 20 años, en particular en los bosques boreales, “probablemente” a causa del cambio climático, según un estudio realizado por organizaciones internacionales publicado hace unos días y reproducido por la agencia Télam.
Una de las causales de estos siniestros son descuidos de personas que transitan en el campo y no apagan correctamente un fuego iniciado para dar abrigo o cocinar alimentos.
Otro de los problemas es que se produce quema de pastizales, ya que el fuego se utiliza como mecanismo de limpieza, práctica que no termina de erradicarse.
Los expertos, como el ya citado Burrieza y otros, asocian estos casos en gran medida a una serie de factores que se confabulan para que episodios de fuego ocurran: lluvias en el verano que hicieron crecer vegetación, sequía y altas temperaturas.
Precisamente los altos registros térmicos con los que al parecer se caracterizará el presente mes de enero, pueden contribuir a que se produzcan fuegos incontrolados, que someten a un enorme esfuerzo de combate a las brigadas del Plan Provincial de Manejo del Fuego, de los cuerpos voluntarios de bomberos, guardaparques y otros servidores.
Reiteramos que el factor humano es preponderante en la ocurrencia de estos desastres, tanto entre quienes lo utilizan para limpieza, como quienes hacen fuego donde no se debe o tiran colillas de cigarrillo encendidas.
En este momento hay una campaña en la provincia que apunta a generar conciencia y desde hace tiempo se ha fortalecido la señalética en zonas de riesgo, cartelería que a veces el vandalismo destruye o malogra.
Por otra parte, atravesamos una época muy larga de una sequía que se ha acentuado, se han incrementado los valores de temperatura, con olas de calor y temperaturas extremas, a lo que se añade un desfase con las lluvias que tuvimos a comienzos de 2022, las que contribuyeron de alguna manera a incentivar una gran producción de pasto.
Con los meses, el frío, las heladas y la escasez de agua, ese pasto se fue secando y es el combustible disponible para que se generen incendios.
Evitar incendios forestales en zonas como Mendoza, de clima semidesértico, es vital porque evita perder suelo, como efecto de la devastación de la cobertura vegetal expuesta a la erosión generada por viento y lluvia; contrarresta la destrucción del hábitat de la fauna y la flora silvestre; ayuda a conservar plantas que generan oxígeno, y disminuye el efecto invernadero en la atmósfera terrestre por la emisión de carbono y otros elementos nocivos al medio ambiente.