Lamentablemente, la vida política argentina se encuentra cada vez más dominada por acciones hirientes y prepotentes por parte de muchos de sus protagonistas. Recientemente uno de los ejemplos repudiables: desprecio público hacia la labor de un político afectado por una enfermedad degenerativa.
El intelectual Nicolás Márquez, biógrafo del presidente Javier Milei, se valió de las redes sociales para criticar a Esteban Bullrich, que por el mismo medio había compartido públicamente una foto suya al momento de prestar juramento como ministro del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en 2010. Fue su primer cargo público de relevancia; luego sería ministro de Educación de la Nación y senador nacional. A este último cargo debió renunciar debido a su enfermedad.
El referente libertario tuvo una desafortunada presencia al respecto: “No se te conoce por tu capacidad como funcionario sino por tu enfermedad. Ojalá lo puedas superar”, señaló Márquez con relación a la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que padece el ex político y que, se sabe, no tiene cura, sólo la aplicación de paliativos para aliviar el trance. Como era de esperar, hubo muchas reacciones contra los dichos de Márquez, que incluso llegó a pedir disculpas por su desacomodado enfoque sobre la vida pública del dirigente de Pro.
Independientemente de la calificación que le pudiese haber correspondido a Bullrich por su participación en la función pública, debe resaltarse el valor adoptado por él para hacer frente a su triste realidad y el aporte que ha seguido haciendo desde su postración para tratar de colaborar con el alineamiento institucional de la Argentina.
En la sesión del 7 de diciembre de 2021 Bullrich presentó su renuncia a la banca y pronunció un discurso reflexivo sobre su sentir republicano, que tuvo repercusión en los medios en general y mereció un artículo en esta misma sección de Los Andes con el título “La lección cívica de Esteban Bullrich”.
Valiéndose aquella vez de un mecanismo de voz en base al texto por él redactado, dada su imposibilidad de hablar y moverse, Bullrich advirtió sobre los riesgos que significaba para el país mantener una atmósfera política y social turbulenta y pidió a la dirigencia disentir sin necesidad de llegar a extremos de odio y venganza. Gobernaba el kirchnerismo; llamado de atención para ciertas insinuaciones similares por parte de la actual dirigencia libertaria.
Además de señalar en aquel momento que en democracia los políticos “deben ser adversarios, pero nunca enemigos”, Bullrich se refirió a la crítica realidad que vivía ya el país en ese momento y admitió: “Los políticos, todos, hemos sido culpables de gobernar con tapones en los oídos. Nosotros también”, admitió como referente de Pro en ese momento. “No hay hombres imprescindibles, hay actitudes imprescindibles”, puntualizó en su último discurso como senador Bullrich a modo de sana reflexión sobre rol que les compete a los políticos, en su gran mayoría atornillados a una función que, como la gran mayoría, tiene comienzo y punto final.
Por ello esta desafortunada, y posiblemente malintencionada, actitud de Nicolás Márquez merece el absoluto repudio, ya que con su descalificación atenta contra la estirpe republicana expuesta en su vida pública por Esteban Bullrich, que mantiene pese a la adversidad y que pretende que florezca en muchos más.