Como nuevo concejal por el Partido Intransigente, Horacio Rodríguez (58) tiene dos o tres particularidades: la primera de ellas y la que en realidad interesa al resto de los ediles de San Martín, es que en un recinto equilibrado entre peronistas y radicales, con su voto puede definir cualquier decisión y así, poner en ventaja al oficialismo o junto con la oposición, empardar las fuerzas en pugna.
En ese escenario de paridad, los distintos bloques buscan su apoyo legislativo mientras él se declara independiente: "El Concejo es un circo de mentirosos", va a repetir durante la charla.
La segunda condición, aún más atípica para un Concejo Deliberante, es que desde hace casi 20 años Rodríguez es pastor evangelista y asegura ser el único concejal en Mendoza con esa condición: "Yo estoy con el (senador provincial) apóstol Héctor Bonarrico, que es mi padre espiritual. Antes de las elecciones, él me pidió armar lista y buscar el apoyo en la Segunda Circunscripción y con la ayuda del Señor, logramos que él sea senador y yo concejal".
Rodríguez es técnico electrónico y en su vida ha tenido muchos oficios, desde escenógrafo e iluminador, a sonidista, panadero y disc jockey; también fue empresario de la bailanta en Rivadavia, donde supo ser muy conocido dentro de ese ambiente.
"En aquella época y como quien dice, a la plata la juntaba con pala, pero a cambio tenía una familia desarmada", recuerda y cuenta que en 1994, buscando a un hijo al que no veía desde hacía un mes, llegó a un templo evangelista: "Lo había buscado en hospitales y comisarías, pero nadie sabía nada. Esa noche y después de que rezaron por mi hijo, él me llamó desde Córdoba. Así fue que entré en la iglesia".
En el Concejo Deliberante de San Martín, las opiniones sobre Horacio Rodríguez están divididas: algunos lo ven como un tipo frontal sin doble discurso, que "parece estar durmiendo la siesta" aunque es "rápido y muy vivo"; otros lo ubican dentro del oficialismo: "Llegó como opositor, pero hasta acá, votó siempre con el peronismo" acusan.
Rodríguez nació en Córdoba y llegó a Mendoza en 1985, como parte de un circo que recorría el país y que tenía en He-Man (un súper héroe de la televisión de aquellos años), su número central.
Cuando la compañía pasó por el este, decidió que se quedaría a vivir en la región. Quince años después y a seis de haber dejado atrás su vida como empresario de la bailanta, se convirtió en pastor y a su primer templo lo abrió en Los Campamentos, al sur de Rivadavia.
En 2004 sacó un puñado de votos cuando fue candidato a intendente por la Democracia Cristiana; no tuvo suerte pero entendió que se podía movilizar a la gente detrás de un proyecto electoral y en las últimas elecciones pulió ese sistema y a pulmón armó lista para el PI en todo el este mendocino: entró al Concejo con el 17,7% de votos.
Hoy, reparte su tiempo entre el Concejo y un templo en San Roque donde es pastor y al que asiste un centenar de fieles. Allí, los gastos fijos se pagan con la venta de empanadas que se arman los sábados. Sobre una de las paredes del salón, una cartulina a mano pide "colaborar con leña" y un poco más allá, otro cartón advierte: "No me traiga chismes, a Dios no le agrada".
Rodríguez está casado y tiene una docena de hijos, muchos de ellos lo asisten en la tarea evangelizadora. Sostiene que aunque hay unos pocos concejales "honestos y buenos, en general, es un circo de mentirosos"; también dice que no cree en "partidos políticos", pero apuesta al proyecto del senador Bonarrico para armar el Movimiento de Acción Social Federal.
"Como concejal, ganamos $60 mil y el problema es que alguno puede acostumbrarse a eso y creer que es normal. Yo vivo con menos de la mitad y al resto del dinero lo uso para ayudar a la gente".
Finalmente, en el Concejo de San Martín, tampoco falta un tercer grupo, el que asegura que la de Rodríguez es "una impostura", que "aunque simula que no, entiende bien a la política" y que en el fondo, "es un lobo astuto con piel de cordero".