Una escena: Karina y él se conocen una madrugada en el pool de Charly. La llama un cliente, él propone acompañarla. Acabará esa cita con sexo a medias, plata inesperada y un calzoncillo de Spiderman puesto por ese tipo parecido a Kevin Costner. La máquina de seducir a fuerza de intemperie se ha puesto en funcionamiento, y no se detendrá en el resto del libro.
En su película ("La Noche") y en su libro ("Como en la noche"), Edgardo Castro nada en ese lago negro y mítico de la gira en la ciudad insomne: concentra el relato en la calle - donde todo parece posible y nada está predeterminado– y logra mostrar tanto el "aquí y ahora" como el vagabundeo y el "lo que quiero, lo quiero ya", que definen el núcleo duro de ambas experiencias.
Gastón Bachelard decía que las noches no tienen historia. Y que, cuando se ha vivido mucho, cuando ya se han vivido unas veinte mil noches, nunca sabemos en qué noche antigua, muy antigua, hemos partido hacia el sueño.
Después de filmar su opera prima, Castro no fue el mismo. Porque los procesos creativos intensos, claro, modifican a quien los hace. “La película me dio esa posibilidad enorme de conectarme con ... la mayoría de la gente piensa que con lo más oscuro de mí... digamos que sí, pero a la vez me conectó con lo más brillante”.
Al principio fue llevar a cabo una locura. Con el alma en pedazos y una mueca de sal, meterse en los boliches, los hoteles, los after. Perderse, para tratar de encontrarse. De esa premisa, este actor se lanzó a hacer un film demoledor que es, a la vez, un salvataje. Y esa experiencia de soledad que atraviesa a sus personajes con líneas de ternura, ahora se completa en este libro.
Hubo, claro, un gran proceso interno: “Meterme a ficcionar y a actuar esa zona fue ir en contra de mis prejuicios y de mi propia moral, en un país al cual amo pero que está lleno de fachos. Un país donde tenemos que salir a la calle a luchar que para que cada uno pueda decidir qué quiere hacer con su cuerpo, o con su vida, o con su sexualidad. Cosas que para mí son lógicas, porque la lucha tendría que ser por otro lado: acercarnos, poder estar conectados con el amor, con nosotros mismos”.
La soledad y sus antídotos
“Todo empezó con explorar la forma en que la noche vivía en mí”. Durante seis años -que es el arco que abarca este proceso- el afán de la película lo hizo tirar abajo esas barreras. “Si no, jamás podría haberme puesto desnudo ni a chuparle la pija a un chabón ante una cámara. Creo que ‘La Noche’ me hizo una persona más buena. Y es muy loco, porque pareciera que Martín, el personaje que interpreto, quisiera morirse, con esa fuerte pulsión de muerte que se respira en su vagabundeo. Sin embargo, lo que él me mostró es que yo quería estar vivo. Ser capaz de aceptar, querer, conectarme con las diferencias y generar relaciones que tengan luz. Creo que este mundo se va al carajo si, desde lo poquito que podemos hacer cada uno, no lo tomamos de esta manera”.
Y sí, para llevar a cabo la película, Edgardo contó con un grupo de amigos que entendieron de entrada el riesgo: creativos, técnicos, gente delante y detrás de cámara. “Comprobé que el amor existe. Y cuando hablo de amor, hablo de un sentimiento complejísimo, que nos pone en juego por completo. Es un acto de valentía y generosidad frente a uno y frente a los demás”. Sobre ese modo de producción, es que el cine independiente puede seguir encontrando maneras de salir, como la Alicia de Lewis Carroll, “del hoyo profundo/ de la noche”
- Es una película sobre la soledad, dijiste. Pero con ternura.
- Ese deambular, ese perderse, pero de verdad, es un riesgo enorme. Hay mucho dolor ahí. Cuando uno está muy perdido no hay de dónde agarrarse y la más corta es decir 'acá la quedo'. Pero en esa sordidez, siempre encontré algo atravesado por la ternura. Eso me traía y es lo que me sigue trayendo.
Mujer rana
Esas aristas descubiertas, lo llevaron a continuar escribiendo y dirigiendo proyectos. En febrero, Castro rodó en Comodoro Rivadavia un film con su propia familia: mamá, papá, dos hermano varones, una hermana mujer y sobrinos.
Otra vez, a corazón abierto. “La película se asoma a los vínculos familiares, donde uno se puede sentir también muy solo. Me hizo ver cosas que antes no veía, conmigo, con mi familia, y a la vez fue el desafío de correrme para actuar y dirigir”.
A la vez, está encarando un nuevo proyecto cinematográfico, con el que acaba de ganar el premios del BAL en el Bafici para poder realizarlo. Se llama "Las ranas" y está centrado en "las mujeres que van a los penales argentinos a tener vínculos de amor".
La protagonista es Barbi, una chica de 23 años del conurbano. “ Es una mujer, una de las mujeres argentinas que con su fuerza llevan adelante la fuerza protectora y la lucha por los derechos”. Su foco - pendiente de los solitarios- estará en la cárcel y sus pasadizos.
- Te han comparado con Pasolini. ¿Cuáles son tus artistas de referencia?
- Los artistas que lo hicieron todo con una verdad inusual. Puedo nombrar a Cassavetes, trabajando con sus amigos.
Mi deseo sería tocar un poquito de eso en lo que ellos fueron unos maestros.
Pantalla y tinta
La película "La Noche" ganó el Premio Especial del Jurado en el Bafici 2016. Resultó "Mejor Largometraje Argentino", en el Festival Internacional de Cine Independiente de La Plata. Obtuvo, además, la Mención especial del jurado en FIPRESCI 2016 y el Premio Ventana Sur en el Festival Asterisco del mismo año.
El libro "Como en la noche. El lado oscuro de una ciudad despierta" acaba de ser editado por el sello Planeta.