Atrás quedó la diferencia de 18 puntos que en algún momento alcanzó Anzorena. No existe cansancio ni dolor que detenga la locura.
Todo está cubierto por una marea de hombres que parecen niños, celebrando la obtención de un título que pareció complicarse con ese brillante inicio de los dirigidos por David Suárez.
Sin embargo, San José es eso, huevo y corazón y completó un último cuarto que quedará en la retina de los presentes. Hasta bengalas tiene ese grupo de jugadores que soportó estoicamente las vicisitudes que se fueron sucediendo a lo largo del certamen.
Eso marca la confianza, la certeza de un grupo que sabía el objetivo más cerca que nunca.
Los hermanos Rubia fueron los portadores del estandarte, pero detrás, como fieles laderos, aparecen los Lincheta, los Cangelossi, los Velázquez.
Entre todos empujaron, corrieron el límite un poco más allá y lo hicieron inalcanzable para un Anzorena que mostró sus pergaminos de equipo consagrado y no bastó.
Y en medio de los abrazos, los cantos y las emociones, aparecieron las voces, inaudibles, testigos del corazón aflojado por tantas sensaciones. Y hubo lágrimas, que importa, si al fin y al cabo, los hombres también lloramos.
Leandro Lincheta, Unión Deportiva San José: "Tenemos lo que no tienen otros"
El escolta del campeón fue clave en el último juego por aparecer en dos momentos claves. Primero con un triple que acercó a su equipo en el marcador y luego dos libres que pusieron arriba al campeón por primera vez en toda la noche.
“En todo momento sabíamos que lo íbamos a ganar. Ni siquiera perdiendo por 18 puntos pensé que lo perdíamos. Cuando metí los tiros libres, ya estaba cortando la red del aro (risas...). No había tirado mucho en el primer tiempo, apostamos abajo del aro con Cristian (Velázquez) y el Garza (Rubia), pero por suerte pude meter ese triple en un momento clave”.
-¿Por qué San José es campeón?
-Lo merecemos porque tenemos los hue... que no tiene nadie y por todo el esfuerzo que hicimos en el año.