Con la cosecha de la uva a la vuelta de la esquina y en un marco de crisis hídrica y contingencias climáticas, seis asociaciones de productores se reunieron en el INTA Junín para plantear un precio acorde para las distintas variedades. En promedio, se plantea un aumento cercano al triple con respecto a los valores del año pasado.
Las seis entidades (tres de Mendoza y tres de San Juan) que firmaron el documento en conjunto fueron: Asociación de Productores del Oasis Este de Mendoza (Aproem), Asociación de Viñateros de Mendoza (AVM), Mesa de Enlace de Productores Agrícolas de Mendoza (Mepam), Mesa Vitícola de San Juan, Asociación de Viñateros Independientes de San Juan (AVI) y Federación de Viñateros de San Juan.
“Con mucha seriedad y compromiso por defender la cultura del trabajo en la producción de uvas y bregando siempre por la Sostenibilidad del productor vitivinícola en todo el país y basándonos en el costo de producción establecido por el Inta Estación Experimental Junín, es que solicitamos que al productor se le pague un precio acorde con sus costos de producción (costos totales / kilogramos por hectárea) y bregando para que toda la cadena vitivinícola sea sostenible”, inicia el documento.
Las entidades instan a los gobiernos y organismos nacionales y provinciales a “realizar todos los esfuerzos necesarios” a fines que toda la Industria pueda fijar una revisión de los costos de la misma y “trabajar en una digna y equitativa distribución”. Asimismo, las asociaciones reclaman junto al sector industrial para que el gobierno nacional aplique a esta industria un dólar diferencial acorde a los costos reales del sector.
En cuanto al tema central, la actual cosecha y el precio de la uva, para las cámaras es “notable” la disminución en la producción de este año en todo el país, la cual “evidentemente se sigue haciendo más aguda con los acontecimientos climáticos que siguen sucediendo” y esto debería verse reflejado en el precio pagado al productor.
Vale recordar que a fines de octubre e inicios de noviembre, según datos de la Dirección de Contingencias Climáticas (DCC), se vieron afectadas 63.095 hectáreas de vid, de las cuales resultaron perjudicadas al 100% unas 30.911 hectáreas. A eso, se suma el granizo que cayó la semana pasada, que afectó a 4.000 hectáreas del este provincial. Según explciaron de la DCC, las hectáreas afectadas por el granizo ya habían recibido daños por la helada, pero se perjudicaron varias fincas que habían logrado salvar parte de la producción.
Los nuevos precios
En base a esos argumentos y a la pérdida de “más de 3.000 productores”, las entidades acordaron sugerir una lista de precios mínimos por kilo para la zona Norte, zona Este, zona Sur y San Juan (no incluyen al Valle de Uco).
En esa enumeración, las uvas criollas o para mezcla deberían valer de $110 a $115. Las uvas blancas A, entre $260 y $280, y las blancas de tipo B, de $135 a $140. En cuanto a las tintas, las de tipo A deberían pagarse entre $230 y $240, y las B entre $160 y $165. En cuanto a las clasificaciones, Matías Manzanares, secretario de AVM, explicó que las uvas B son las más comunes y las A son las más finas (por ejemplo, Chardonnay y Sauvignon en las blancas).
¿De cuánto sería el aumento comparado con el año pasado? En la temporada 2022, AVM sugería como valores de referencia por kilo (según zonas y plazos de pago) un precio de $33 a $37 para las uvas criollas, de $42 a 48 por las tintas, y de entre $60 y $65 por los varietales blancos y tintos. Si se toma a las uvas criollas, el aumento que se pide ahora (de 33-37 a 110-115) ronda el 220%, es decir más del triple.
Otro punto que destacan los productores es que estos nuevos precios sugeridos deben ser reajustados en base al Índice de Precios del Consumidor (IPC) que mensualmente publica el Indec, desde el día de entrega de la uva hasta su efectivo pago. Con una inflación que el año pasado rondó el 96% en Mendoza, nadie quiere aceptar el habitual pago en cuotas y terminar financiando a los elaboradores.
Luego de recordar que los productores son el primer eslabón de la cadena vitivinícola (”sin uva no hay vino ni enoturismo”), las entidades pidieron a las bodegas que paguen “precios justos por la uva”, de modo de recuperar el campo ahora que todavía hay tiempo. Por último, invitaron a otras cámaras viñateras del país a unirse para sumar esfuerzos.
Costos y clima
En diálogo con Los Andes, el presidente de Aproem, Edgardo Roby, justificó el pedido de mayores precios por la menor cantidad de uva que, se estima, habrá en actual temporada, y también por la baja rentabilidad de los últimos años. Es que el bajo precio de la uva, con subas generalmente por debajo de la inflación, ha hecho que no se invierta en labores culturales en las fincas y por ende baje la productividad de las hectáreas.
A eso, Roby sumó el cambio del clima, no sólo por las contingencias climáticas sino por la falta de agua que aqueja a la provincia en los últimos años: “Si analizás los últimos tres veranos seguidos, te vas a dar cuenta de que cada verano tuvo más días que superan los 35° de calor. Y eso hace que, al no tener agua, se deshidrata la planta. Es decir, nuestras uvas no van a tener peso”.
El presidente de Aproem calcula que este año la cosecha no será de “más de 9 o 10 millones de quintales”, mientras que la cosecha de 2022 fue menor a la de 2021. En tanto que bajan la rentabilidad y el volumen, los costos sí aumentan. Incluso, criticó que algunos insumos se venden a precio “dólar blue” mientras que cuando se vende la uva se habla del dólar oficial.
Otro tema que para Roby contribuye a pedir un mayor valor para la uva es la habitual falta de mano de obra para la cosecha y el mayor costo que probablemente tenga si el cultivo sufrió daños. Es que, como la viña no estará llena de racimos, el cosechador deberá trabajar más para llenar un tacho, y por ende pedirá un mayor valor.
“Esto que pedimos son precios al día de hoy. Esperemos que no pase nada raro y que sigamos igual. También no hay que olvidarse de que nos pagan en cuotas, en seis o siete meses. Para eso también tiene que empezar a haber una cláusula de ajuste, aunque sea por el INDEC”, conlcuyó Roby.
Negociar entre las partes
Con el gobierno provincial como intermediario, está planteado que en febrero se realice un encuentro entre el sector primario y los elabores de vino con el fin de que puedan dialogar ambas partes en conjunto. Es algo que también se realiza con otros cultivos y, aunque es difícil que se llegue a un precio definitivo, en general sirve para plantear y acercar posturas.
Sergio Moralejo, subsecretario de Agricultura y Ganadería de Mendoza, explicó: “Se va a citar a las entidades bodegueras y a los representantes de los viñateros, de modo que se genere un ámbito para discutir el precio de las uvas de vinificación y mostos. Queremos que sea una suerte de mesa paritaria, que acuerden entre ellos en base a la oferta y la demanda”.
Para el funcionario, no se trata de apoyar a un lado o a otro de la mesa, sino de buscar un punto intermedio. “Nuestro interés es que se sienten la industria y el sector pimario para buscar un punto de equlibiro que garantice la cadena en su conjunto. Que los productores obtengan no solamente para pagar los costos, sino un poco de ganancia en el marco inflacionario actual y que la industria sea competitiva en un mercado cada vez más sustitutivo. La cuestión es lograr que toda la cadena funcione”, afirmó Moralejo.