Varietales: en 12 años, la superficie cultivada con chardonnay cayó un 11%

Éste es uno de los motivos por los que las bodegas que elaboran vinos blancos, salieron a buscar uva y, en algunos casos, tuvieron que optar por otras variedades blancas conocidas como B.

Varietales: en 12 años, la superficie cultivada con chardonnay cayó un 11%
La chardonnay es conocida como la “reina de las uvas blancas” y es la que más superficie tiene en todo el mundo / Los Andes

Este año, varias bodegas que elaboran vinos blancos y, en particular, las que se dedican a los espumosos, han tenido dificultades para conseguir uvas. Las condiciones climáticas generaron una disminución de la producción, que se vio agravada por la aparición de diversas enfermedades asociadas a la humedad pero también quedó en evidencia la pérdida de la superficie cultivada con estas variedades, que provoca que, ante una merma, se complique la vinificación.

Entre las variedades blancas, la chardonnay es conocida como la “reina de las uvas blancas” y es la que más superficie tiene en todo el mundo. Sin embargo, en el país fue perdiendo terreno, al tiempo que lo iban ganando las uvas tintas. En particular, la variedad que se convirtió en insignia del vino argentino: el malbec.

De hecho, esta última tiene una participación en el total producido en el país del 20%, seguido por la uva cereza (17,6%), la bonarda (9,6%) y la criolla grande (8,97%). Mientras, la primera blanca en términos de superficie -la Pedro Giménez- ocupa el quinto lugar con un 5% y el torrontés riojano, el octavo, con un 4,31%, seguido por el chardonnay, con un 2,75% del total.

En Mendoza, en tanto, el malbec se lleva el 24% del total de las uvas cultivadas; la criolla grande, el 12,47%; la bonarda, el 11,21%; la Pedro Giménez el 4,94% (sexta posición) y la chardonnay, 3,24% (conserva el noveno puesto).

En cuanto a la uva chardonnay, según datos del Observatorio Vitivinícola Argentino, elaborados con información del Instituto Nacional de Vitivinicultura, se pasó de 6.584 hectáreas en todo el territorio argentino en 2010 a 5.864 en la actualidad, lo que marca una caída del 11% en la superficie cultivada con esta variedad. Mientras que, en Mendoza, se habían alcanzado las 5.413 hectáreas hace 12 años y ahora se cayó a 4.825 (-11% también).

La disminución paulatina de la superficie se vio acompañada esta temporada por un incremento en la demanda por parte de algunas bodegas. Esto puede explicarse, en parte, por los números de exportaciones del INV de febrero, que muestran que, en comparación con el mismo mes del año pasado, las ventas de tintos cayeron un 19,6%, pero las de vino blanco aumentaron un 11,4%. Por otra parte, los despachos al exterior de vinos espumosos, que se elaboran principalmente a partir de uvas blancas, también aumentaron un 12,9% en el último año.

Pablo Sánchez, winemaker de Falasco Wines, señaló que, con el avance de la cosecha, se observa una disminución en la producción de uvas blancas en general, causada por las heladas tardías de la primavera 2021, que afectaron principalmente a las zonas Este y Norte del Río Mendoza. En cuanto a los porcentajes, indicó que la merma varía entre un 20% y un 30%, dependiendo de la región y del productor.

A esto se suma, planteó, la reducción producida por las tormentas de verano, con caída de granizo, que este año resultaron ser más intensas que lo normal. Agregó que la situación se agrava por la emergencia hídrica, ya que el agua es fundamental para el desarrollo de la planta, y por las dificultades económicas, que provocan que, en muchos casos, el productor no pueda fertilizar sus cultivos de manera adecuada, lo que redunda en una disminución de la producción de uva en general.

Como consecuencia de este panorama, detalló Sánchez, se observa un alza en el precio de las uvas blancas varietales -aunque consideró que en algunos casos es desmedida-, que se traduce, a su vez, en una suba en el valor de los vinos blancos varietales, cuyo mercado se altera.

Asimismo, señaló que, este año, en particular, muchas bodegas grandes y elaboradoras de espumantes, que no elaboraron suficiente cantidad de vino durante la vendimia 2021, salieron a captar saldos de vinos blancos de la anterior cosecha y a anticipar la compra de uvas blancas de 2022. Ya específicamente sobre Falasco Wines, comentó que el abastecimiento es normal, con cumplimiento de los planes de elaboración y stocks previstos.

Por su parte, Gabriela Lizana, presidente de Aproem (Asociación de los Productores del Oasis Este Mendocino), coincidió en que este año ha habido una mayor demanda de uvas blancas, porque en Chile y en otras partes del mundo también se vieron afectadas por cuestiones climáticas. Esto ha favorecido que la merma, que afecta a la producción en general, sea más notoria en este caso.

Mauro Sosa, gerente del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, explicó que, si se toman los datos más recientes de cosecha del INV, de la semana 14, para aquellas variedades tempranas que ya se han recolectado en su totalidad, y se los compara con los de la semana 23 -de principios de mayo- de 2021, cuando ya se había terminado el proceso, se puede verificar una disminución del 23% en el volumen de uvas chardonnay y del 32% para el sauvignon blanc.

Los números son similares, agregó, para otras variedades de color, como la aspirant bouchet, que cayó casi un 29%, y la ancellotta, con una disminución del 23%. Pero se vuelve bastante más dramática con el syrah, que ha tenido una baja de 48% en comparación con la cosecha de 2021.

En cuanto a las causas de esta disminución, que se verifica en todos los varietales, mencionó las inclemencias del clima –heladas, granizo-, las enfermedades que algunos productores pudieron curar y otros no, y la lobesia botrana, cuyo programa de erradicación sólo desarrolló acciones de sostenimiento en las últimas tres temporadas, por falta de presupuesto.

Gustavo Aliquó, ingeniero agrónomo responsable del Laboratorio de Viticultura del INTA, detalló que la merma en las uvas blancas se torna más compleja por la menor superficie en comparación con las tintas. Además, indicó que aquellas que más buscan las bodegas, como chandonnay, sauvignon blanc y chenin, son de racimo apretado, lo que las hace más susceptibles a la podredumbre.

Este año, sumó que, por el efecto de La Niña, ha habido reiteradas lluvias y varios días nublados con alta humedad relativa, lo que ha favorecido la aparición de enfermedades. El granizo, en tanto, no sólo destruyó algunas bayas, sino que generó pequeños daños en otras, que son una puerta de entrada para los patógenos. De ahí que algunas bodegas salieran a buscar uvas blancas “con desesperación” e, incluso, que hayan tenido que optar por variedades consideradas de segunda categoría para vinificar.

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