Para la cosecha 2022 se espera en Mendoza una reducción de producción del 14% respecto de la de 2021. Según los productores, la merma se sentirá más fuerte en las uvas blancas. Esto ha provocado subas de precios en casi todas las transacciones de este producto, debido a que todas las bodegas que elaboran etiquetas con estas variedades –ya sea vinos o espumantes- están intentando conseguir materia prima.
Los principales motivos de la disminución del volumen son las contingencias climáticas y la humedad, ya que se trata de racimos apretados, más susceptibles a las enfermedades. Matías Morcos, enólogo de Familia Morcos y quien, además de tener sus propios vinos, es consultor en otras bodegas, comentó que este año las uvas blancas son las “vedettes”, porque se helaron muchas tempranas.
Además, sumó que ha habido problemas con estas variedades en todo el mundo y que el chardonnay y el sauvignon blanc son muy buscados. En cuanto a la situación en la provincia, señaló que la escasez ha provocado que no tengan precio definido.
Patricia Ortiz, presidente de Bodegas de Argentina, indicó que, efectivamente, ha habido una merma importante en las blancas y que las lluvias recientes complicaron aún más la situación con las que ya estaban listas para ser cosechadas.
En este sentido, manifestó su preocupación por los precios, en especial de las uvas que se utilizan para la elaboración de vinos de los segmentos inferiores y de los graneles. Es que si bien señaló que entienden que el productor intenta recomponer el precio en base a la inflación, desde el sector elaborador advierten que existe un techo, ya que en el mercado interno los vinos se encuentran con las limitaciones del programa Precios Cuidados –y de la pérdida de poder de compra de los salarios- y en el mercado internacional a veces resulta difícil subir el valor, porque se puede perder en la competencia con otros países exportadores, como Chile.
Ortiz señaló que este año no sólo se ha producido una reducción en la producción de variedades blancas, sino que también ha habido un incremento de la demanda por parte de algunas empresas.
A eso se suma el hecho de que estas uvas se usan también para elaborar otras bebidas, como el aperol, cuyo consumo está creciendo.
Se debe tener en cuenta, además, que las exportaciones de espumantes crecieron, en 2021, un 44% respecto de 2020. Si bien ese año fue complejo para este tipo de vinos, que se asocia a las celebraciones –interrumpidas durante la pandemia-, lo cierto es que la caída en las ventas al exterior, respecto de 2019, había sido sólo del 8,5%.
Números contundentes
Aunque el Instituto Nacional de Vitivinicultura no ha elaborado aún el reporte de blancas, ya que resta que algunas bodegas terminen de ingresar la uva y realizar sus presentaciones, sí se puede consultar el parte de cosecha de la semana 13, que se extendió hasta el 27 de febrero.
Cuando se compara la cantidad de kilos recolectados de las principales variedades blancas, con la de esta misma fecha del año pasado, se observa una reducción que va desde el 5,9% al 47,7%.
Así, en la última semana de febrero se recolectaron 30.387.407 kilos de chardonnay (-15,9% respecto de los 36.145.470 de 2021); 20.498.264 kilos de Pedro Giménez (-30,1%); 8.855.399 de chenin (-28,3%); 8.490.496 de sauvignon (-24,5%); de torrontés riojano (-47,7%); 2.964.864 de viognier (-5,9%); 2.674.803 de ugni blanc (-36,4%) y 2.423.640 de semillón (-27,7%).
Sobre esto, se debe tener en cuenta que el INV ya había anticipado una reducción del 14% en la cosecha en Mendoza –antes de la tormenta de la semana pasada- y que ingenieros agrónomos y enólogos han planteado que, como la primavera comenzó con algunas jornadas frescas, se demoró el inicio del ciclo vegetativo y, en ciertas zonas, se observa una demora en la maduración, y por lo tanto en la recolección, de entre una semana y 10 días. De hecho, en la semana 13 de cosecha de 2021 se habían levantado 287.924.975 kilos en total en toda la provincia y en la de este año, 211.437.044 (-26,6%).
El efecto de las lluvias
Gustavo Aliquó, ingeniero agrónomo responsable del Laboratorio de Viticultura del INTA, explicó que la merma de las uvas blancas se explica en gran parte por podredumbre, ya que ha sido un año húmedo y lluvioso. Sobre esto, señaló que se trata de plantas que, en la mayoría de los casos, producen un racimo apretado, que las hace más susceptibles a este tipo de enfermedades. Esto ha causado que algunas bodegas no consigan ciertas variedades, como chardonnay, y que se hayan visto obligadas a buscar otras alternativas para elaborar sus espumantes.
Pero también indicó que se ha ido reduciendo la superficie cultivada con variedades blancas, para dar lugar a las tintas, lo que genera que, cuando se produce una inclemencia del clima, se comprometa la disponibilidad de estas uvas y se eleven los precios.
De hecho, el último informe anual de superficie cultivada de vid, que elabora el Instituto Nacional de Vitivinicultura, muestra este cambio: en 1990 había casi 60 mil hectáreas en todo el país con uvas blancas y en 2020, menos de 40 mil; al tiempo que, en el mismo período, las tintas pasaron de 40 mil hectáreas a superar las 115 mil en el total de Argentina.
En cuanto a las condiciones particulares de este año que se combinaron para provocar daños, Aliquó señaló que las lluvias favorecieron la aparición de hongos, incluso antes de lo habitual; la humedad extendió la vida de la polilla de la vid (lobesia botrana), lo que permitió que las hembras pusieran más huevos y hubiera más larvas que comen las bayas; los granizos, cuando fueron pequeños, causaron roturas de los granos, por las que pueden ingresar enfermedades.
En las próximas semanas se conocerá con mayor precisión la magnitud del daño causado y el porcentaje definitivo de la merma.