Luego de dos días de conocer la novedad por Whatsapp, los empleados de la fábrica de snacks y de artículos de copetín “Gonzalo”, siguen apostados frente a la empresa en la que muchos trabajaron por casi tres décadas. El último domingo, a través de un mensaje, José Antonio García, propietario de la firma, les informó sobre la quiebra inminente y dejó sin trabajo a sus 27 empleados.
Hoy esperaban una reunión entre el representante legal de los trabajadores Federico Perinetti, y el abogado de la empresa, Juan Manuel Céspedes, con el objetivo de buscar una salida al conflicto.
Mantener viva la fábrica
La fábrica Gonzalo, que cumplió 72 años en funcionamiento, tuvo un final abrupto. El mensaje señalaba una deuda acumulada superior a los 100 millones de pesos, de los cuales 75 millones corresponden a las obligaciones con ARCA (ex AFIP). Además, los últimos meses -según voces de los trabajadores- estuvieron marcados por irregularidades en el pago de salarios desde el mes de agosto y la cobertura de ART.
Los empleados, que se reunieron el lunes por la mañana frente a su lugar de trabajo en la calle Berutti 182 de Dorrego, reclamaron explicaciones y la búsqueda de alternativas para no perder su fuente de trabajo. La posibilidad de formar una cooperativa de trabajo surgió como una opción para mantener viva la fábrica. “Queremos buscar la manera de no vender las cosas para poder seguir trabajando”, señaló una ex empleada.
La ex-diputada Provincial de mandato cumplido, del Frente de Izquierda, Maile Rodriguez Abalo ayer posteó una foto acompañada por el siguiente texto: “#Hoy trabajadoras y trabajadores de la fábrica de productos de copetín Gonzalo de Guaymallén reclaman en la puerta tras la quiebra. Son 27 familias que quedan sin su sustento. Se acerca navidad y año nuevo, ni una familia en la calle! Todo nuestro apoyo y solidaridad!”.
Los ex trabajadores de la fábrica, que se fundó en 1952, comentaron que en los últimos meses, los propietarios se produjo la venta de diferentes bienes con el fin de “hacer caja”, entre ellos rollos de bolsas completas que las hizo pasar como plástico a una empresa de reciclaje ubicada en la calle Rodríguez Peña o el desalojo de la sala donde funcionaban las oficinas porque iban a alquilar el lugar.
Un cartel en la puerta
Lo que comenzó como un modesto proyecto personal dio un giro decisivo gracias a un encuentro clave con José Angulo, fundador de la cadenas de supermercados VEA, quien incentivó a los hermanos Gonzalo y José Antonio García Rodríguez, a escalar su producción de la fábrica que fundaron en 1952.
Este cambio estratégico marcó un punto de inflexión en la historia de la compañía, permitiendo que sus que sus productos se consoliden como favoritos en el mercado local. Durante la década de 1990, la demanda creció de manera exponencial, obligando a la empresa a incorporar tecnología y ampliar su plantilla de trabajadores.
En los últimos años, bajo la dirección de José Antonio García Requena, la marca apostó a algunas campañas en redes, innovando en la comunicación de sus productos. El cierre de la fábrica, marcado por el silencio y por un cartel pegado en la puerta con un tiempo indefinido, ha puesto fin al sueño que nació de inmigrantes y se transformó en la principal marca productos de copetín en Mendoza. A partir de ahora en la búsqueda de una salida al conflicto empezará un nuevo capítulo.