Ya en la previa de la reunión del presidente Alberto Fernández y su par de Brasil, Luiz Inácio “Lula” da Silva, quien llegó el domingo a Buenos Aires, con motivo de la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), se conoció que se planeaba la firma de un “acuerdo estratégico” para crear una moneda entre Argentina y Brasil que se llamaría “Sur”.
Esto lo había adelantado el ministro de Economía Sergio Masa al diario Financial Times: “Habrá una decisión de empezar a estudiar los parámetros necesarios para una moneda común, lo que incluye desde cuestiones fiscales hasta el tamaño de las economías y el rol de los bancos centrales”, explicó el funcinoario.
Es así que, en principio, “Sur” serviría como una herramienta para promover y facilitar el comercio bilateral, y eventualmente se extendería a otros países de la región, pero no sería una moneda única, a diferencia de lo que sucede con el Euro, cada país mantendría sus divisas y no sería para el uso cotidiano o el consumo interno.
La moneda cubriría cerca del 5% del comercio global, y “Sur podría ser la segunda mayor moneda común cerca del euro” (14% del PBI mundial). Otras monedas se usan en algunos países africanos, ligadas al euro, y el mismo dólar, como moneda común del este del Caribe, pero sin el mismo peso en la economía global.
Sin embargo, el mismo Massa advirtió que falta para lograr que esto sea una realidad: “Sería un estudio de mecanismos de integración comercial”, explicó. “No quiero crear falsas expectativas, es el primer paso de un largo camino que América Latina debe recorrer”.
Un tipo de cambio paralelo también para “Sur”
El economista Jorge Day se refirió a la posibilidad de que junto con la nueva moneda se genere también un tipo de cambio paralelo.
Según alertó vía Twitter: “Habrá Sur oficial y otro blue”; “si no lo hubiera, los importadores insistirían en pagar con dólar oficial que será más barato, aunque escaso”, agregó.
Es que, justamente una medida como “Sur” responde a que los países no gasten dólares en la balanza bilateral, ya que una vez activa, se formaría una especie de “swap entre pesos y reales” para compensar los déficit comerciales que puedan existir.