Siete de cada 10 productores mendocinos considera que su actividad es un mal negocio, aunque más del 86% opina que la provincia exporta por debajo de sus posibilidades productivas. Así lo reveló un estudio desarrollado por la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro). La encuesta indicó además que, por la presión impositiva, la falta de financiamiento y la baja rentabilidad, el 72,3% de los consultados se siente agotado.
Una de las preguntas que la consultora Synopsis (convocada por Coninagro) realizó a los 404 encuestados –principalmente, productores vitivinícolas, ganaderos, frutícolas y olivícolas de la provincia- tenía como objetivo establecer de qué manera califican su actividad. Los datos mostraron que el 39,4% la ve como “un mal negocio”, el 14,6% de “un muy mal negocio” y el 12,7% de “un pésimo negocio”. Sólo el 31,5% considera que es “un buen negocio” y el 1,4% “un muy buen negocio”; mientras ninguno, que sea excelente.
Si bien hay un consenso en esta mirada, hay una leve diferencia según el sector del que se trate. Los productores frutícolas y ganaderos que creen que su actividad les deja buenos resultados ascienden al 48% y 47%, respectivamente; versus el 34% y el 37% que respondieron que es un mal negocio. En la vitivinicultura, apenas el 25% opina que es rentable y 2% que es un muy buen negocio, pero 43% considera que es malo y 18% muy malo. En la olivicultura, sólo 14% piensa que se trata de una actividad que arroja resultados positivos y 29% considera que es un mal negocio, 29% que es muy malo y otro 9% que es pésimo.
Esto se traduce en el estado de ánimo de los productores en relación con su labor. El 42,3% de los consultados manifestó estar agotado y el 30%, muy agotado; aunque un 23,5% dijo sentirse entusiasmado y 2,3% muy entusiasmado.
Panorama desalentador
Lucas Romero, de la consultora Synopsis, explicó que hay dos planos de análisis: uno tiene que ver con lo que el productor genera y otro con el entorno productivo. Así, dos de los aspectos en torno a los que hay un claro consenso es que la presión impositiva es muy alta (93,9%) y que las regulaciones del Estado –tanto nacional, como provincial y municipal- son excesivas (81,7%).
Sin embargo, hay otras circunstancias que explican este pesimismo: el 33,3% de los productores opina que las condiciones del mercado –precio/demanda- son regulares, el 27,2% que son malas y el 18,8% que son muy malas, frente a apenas un 16,9% que las ve como buenas y un 3,3% como muy buenas.
También advierten que los mecanismos que ofrece el Estado para promover la inversión productiva son inaccesibles (46,5%) o “muy inaccesibles# (20,7%); aunque un 23,9% las entienda como normales y un 7% como accesibles. Así misma consideran que el financiamiento para la producción es poco (44,6%) o nada accesible (41,3%).
Tal vez uno de los resultados más preocupantes sea que 39% de los consultados siente que está peor que 5 años atrás y 21,6% mucho peor, frente al 22,5% que respondió que está igual, 13,6% que está mejor y 1,9%, mucho mejor. En tanto, el 40,4% cree que estará peor dentro de 5 años –el mediano plazo- y 14,6%, mucho peor, mientras que sólo 28,6% estima que le irá igual y 12,7% que mejor.
Pese a eso, Romero planteó que, si bien el relevamiento evidencia que a los productores les “cuesta encontrar factores de los cuales agarrarse para ser optimista”, también hay un 48,8% que opina que Mendoza exporta por debajo de sus posibilidades productivas y otro 37,6% que considera que es “muy por debajo”; lo que hace un total de casi 9 de cada 10 encuestados y habla de un potencial. Además, cuando se les consultó sobre cuáles creen que deberían ser los motores de la economía provincial, muchos se inclinaron por dar un lugar preponderante a la agroindustria, es decir, al agregado de valor.
El titular de Coninagro, Carlos Iannizzotto, manifestó que los resultados muestran que, pese a que se ha favorecido un enfrentamiento de la sociedad con el campo, el sector productivo mendocino no escapa al deterioro económico del resto de la ciudadanía. A esto sumó que en el caso de los productores se observa una descapitalización importante y que muchos “mueren con las botas puestas” no sólo porque deciden luchar hasta las últimas consecuencias, sino porque se han dedicado a la actividad toda su vida y no tienen opciones. Pese a eso, también se ha incrementado la cantidad de fincas abandonadas.
Romero agregó que el sector público tiene cada vez más necesidad de presionar al sector privado para poder sostenerse, pero que esto ha generado que el segundo que haya ido achicando, por lo que se necesita empezar a pensar mecanismos para que vuelva a expandirse y genere empleo formal. Por su parte, Iannizzotto resaltó que hay en el Congreso diversos proyectos de ley que apuntan a crear un sistema fiscal y financiero acorde a la realidad de las economías regionales, que realizan una producción intensiva.
En tanto, Nicolás Vicchi, subgerente de Acovi (Asociación de Cooperativas Vitivinícolas), planteó que no es casual que los números de pobreza sean mayores en Mendoza que en la media nacional y que si la ruralidad deja de ser una opción, se va a profundizar la migración de personas del campo a las zonas urbanas.