De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, la división de mayor incremento en el mes de septiembre fue Prendas de vestir y calzado (6,0%), dentro del Índice de Precios al Consumidor (inflación); y desde diciembre del año pasado, acumula un incremento del 43,6%, por encima del nivel general, de 37%.
En este contexto, para las familias argentinas resulta cada vez más difícil cubrir sus necesidades de vestimenta y calzado, y desde los sectores que trabajan en el rubro explican las causas, por un lado, el alto componente impositivo que tienen las prendas de vestir, y por el otro, trabas en las importaciones que encarecen y ralentizan el proceso de traer telas para la producción.
De acuerdo con la Fundación Pro Tejer, la industria sólo representa un 8,5% del precio final de la indumentaria y existen otros actores fuera de la cadena de valor dentro de la composición del precio que representan en conjunto un porcentaje superior al que remunera a toda la actividad industrial. En efecto, un 75% del precio que abona el consumidor final por una remera en un shopping center, se utiliza para el pago de impuestos, servicios financieros y alquileres.
Trabas a las importaciones
Si bien, el mundo de todos los emprendedores se basa en luchar constantemente por alcanzar el objetivo, algunas industrias hacen el camino más fácil, mientras que en otras, avanzar, parece casi imposible. “Emprender en el mundo de la indumentaria en Argentina, es todo un desafío. Sobre todo en los últimos tres años donde pasamos por varias crisis económicas propias de Argentina, sumado a una pandemia global. Por lo cual, el principal requisito para lanzar un negocio en esta industria y en este país, es la paciencia”, explica Sole Silva, creadora de Sole Silva Textiles, empresa importadora y exportadora de telas y proveedora de las principales marcas del país.
Mientras que la producción dentro del país aumentó -un 42,5% interanual en el primer semestre del año-, las trabas a las importaciones crecen cada vez más, lo que enlentece los procesos y encarece ampliamente el precio de los productos finales. Al día de hoy, traer productos del sector textil desde otros países, hacia Argentina, puede tardar desde 6 meses, hasta un año. Los procesos de aprobación son muy lentos y a ellos se le suman cada vez más requisitos que terminan convirtiéndose en trabas. Entre ellas se encuentran:
- Licencia de importación (SIMI): procedimiento administrativo que permite monitorear las importaciones y garantizar el cumplimiento de las regulaciones de seguridad básicas de los productos importados.
- Declaración Jurada de Composición de Productos (DJCP): un documento solicitado por el gobierno, sobre la composición porcentual de las fibras, o de los materiales constitutivos, con el objeto de respaldar la veracidad de la información declarada en el etiquetado o rotulado de tales productos, según corresponda.
- Pedido de amparo: si bien este no es un requisito, termina siendo una instancia a la que llegan muchos importadores para que el gobierno les apruebe el SIMI, y que les significa: más tiempo e insistencia, y también, un abogado pago que gestione el documento.
“Cuando decidimos importar no queda otra que armarse de paciencia, y levantar todos los días el teléfono y llamar para preguntar en qué estado está la situación. Por ello, la constancia y la perseverancia se convierten en los factores principales a la hora de querer emprender en esta industria”, cierra Sole Silva.