El ambiente es amplio, luminoso. A sus espaldas los “rascacielos” del microcentro componen la imagen dominante en un importante ventanal. “El mercado inmobiliario es exigente. Sólo una pequeña porción de las operaciones llegará a concretarse. No es por el dinero. El 92% de los clientes comprará un inmueble una sola vez en su vida, cumpliendo el sueño de la casa propia. En la operación está involucrado todo su esfuerzo, por eso lo más importante es prestarle todo el conocimiento que tenés para que la gente esté segura de lo que está haciendo. Allí está el acierto”, cuenta Roberto Furlán. La charla es desestructurada, de buen anfitrión. El empresario deja entrever un costado rockero. Sus anécdotas colorean una trayectoria de más de 35 años en el rubro. Habla de altos y bajos en un país de momentos impredecibles, “Argentina es un país difícil, de idas y vueltas permanentes. La economía exige que estés atento y cuidando a los clientes de posibles avatares que pueden dejarlos sin su vivienda. Yo lo vi en 1989, en la hiperinflación. Uno de los hermanos Mancifesta vendió su departamento para comprar una casa y en el trayecto a comprarla ya había aumentado de precio. Terminó comprando una casita de adobe –más chica- en Villa Marini. Es terrible eso. Hoy hay alguna previsión con el dólar, porque es una moneda más estable. Me gustaría que Argentina fuera más estable para poder desarrollarnos todos”.
-¿Qué necesitaría el mercado inmobiliario para llegar a esa estabilidad?
-Hace muchos años, cuando era miembro de la Cámara Inmobiliaria, propusimos la unidad de fomento para la compra de inmuebles, pero el modelo que tiene Chile está atado a la inflación y la inflación de Chile es del 6%. Por otro lado, ellos priorizan su moneda. Aquí con el dólar hay un tema de identidad muy largo de charlar y casi filosófico. Nuestra idiosincrasia es compleja. Con el ‘venimos de los barcos’ nos olvidamos de que somos argentinos y no pensamos en nuestro país, en nuestro dinero, en nuestro prójimo… tendríamos que ser más amantes de lo propio; planificar, poner el hombro -más allá del color político que sea- y reconocer nuestros errores para mejorar.
-¿Cómo pensaba que sería el 2020?
-No sólo yo, sino muchos empresarios de la construcción pensaban lo mismo: que éste sería un año para invertir. Porque cambiábamos de un gobierno que había apostado al mercado financiero, a uno que trataría de hacer las cosas diferentes, apoyando a la producción. Pasábamos del liberalismo de pocos al populismo de muchos. Los empresarios pensaban que este año explotaría y yo me la jugué. Mi deseo es tener una oficina linda -siempre me gustó tener plantas-, con buenas vistas y poder trabajar con más gente; inauguramos la oficina el 3 de marzo y trabajamos aquí hasta el 19 de marzo –con dos fines de semana incluidos-. Después vino el aislamiento.
- ¿Y cómo los tomó?
-Trabajando en lo administrativo entre nueve y diez horas por día. Tratando de solucionar problemas a la gente porque ésta es una empresa de servicios. Se ha seguido operando. De hecho siguen habiendo inversiones. Nosotros –en la cuarentena- hemos hecho negocios. Hemos vendido terrenos para loteos, para la construcción de complejos y para una empresa de transporte. Siguen habiendo inversiones. Creo que hay condiciones económicas para arrancar y hay gente que quiere crecer.
-¿Cómo es la nueva normalidad para el mercado?
-No creo que esta ‘normalidad’ en el mercado inmobiliario sea muy diferente a lo anterior. Veo –para el futuro- algunos problemas con la nueva ley de alquileres porque a los propietarios no les gusta mucho que les toquen la mecha. De hecho, hay inmobiliarias que quieren dejar la administración de las propiedades porque se complica tener que pedir a los propietarios que se presenten en la AFIP. La rentabilidad del alquiler es la más baja de todos los mercados de renta, pero hay una seguridad terrible y sigue siendo un muy buen negocio. Creo que la dinámica del mercado será lenta pero su ritmo se mejorará en la medida en que se normalicen las actividades pospandemia.
Se genera una pequeña pausa, un silencio, y Roberto Furlán retoma una idea anterior para explayarse sobre las señales de crecimiento. “Hemos hecho algunos negocios. Hay gente que sigue creciendo y de hecho cualquier inversión –cualquier desarrollo- empieza por solucionar el tema inmobiliario. Vamos a fabricar tornillos y se preguntan dónde. Ahí es donde te vienen a buscar. Hemos recibido una petición del sector automotriz y otra del sector de la computación. Además, tenemos una del exterior vinculada a la hotelería, que compite con una ubicación en Córdoba. Como no se puede viajar, contratamos a una empresa para que realizara videos de las propiedades y que puedan palpar lo físico. Hoy existen más herramientas tecnológicas que se pueden aplicar para desarrollar la actividad”.
-¿Qué otras innovaciones adquirirá el mercado?
-Hay herramientas que permiten ver los entornos de una calle. Hay muchos datos de las propiedades en internet, como la cantidad de automóviles que pasan frente a una propiedad o el target de compras en el sector. Voy a contratar a una community manager para que trabaje la presencia de la empresa en las redes sociales, pero aún es muy bajo el porcentaje de operaciones inmobiliarias que se realizan a través de internet. El cliente quiere ver y también poder experimentar cómo se siente en una propiedad. Más allá del conocimiento técnico, es importante la impronta humanista que tiene la actividad. Hay mendocinos en el exterior que, cuando juntan una platita y quieren comprar una casa, mandan a un familiar a ver la propiedad.
- ¿Con el home office…?
-Cuando pensé en montar esta oficina decía que es mucho lío. Podría agarrar la notebook e irme al café porque tengo internet gratis. Llegado el momento, ¿dónde haces firmar un contrato de alquiler? ¿Llevás a la gente a tu casa para que lo firme? Se van a ir acomodando los costos. Yo trabajé en mi casa, en una época, cuando desarmé Bullrich Mendoza en 2010. Tenía una alianza estratégica con Bullrich y Genco Desarrollos Inmobiliarios. Me fui a mi casa y cuando uno trabaja en casa no tenés horarios y en mi punto de vista, no me gusta. Un joven lo ve como una oportunidad, pero esa dinámica para mi edad, para mi generación, no es muy atractiva porque necesitás tus espacios, tus horarios.
-¿Qué tipo de ciudad te imaginás en el futuro?
-Me gustaría mucho más la presencia del Estado en la creación de infraestructura. Tenemos Potrerillos y Penitentes. Hay que buscar posibilidades lógicas para que los privados inviertan y se desarrolle el potencial del lugar. Podemos crear algo muy bonito respetando el ambiente. Hace poco fui a San Juan y en el camino a los lagos –cada tanto- han construido paradores maravillosos. Todo se puede mejorar.