“Para poder aplicar una política económica que te saque de este lío tenés que tener un gobierno que inspire confianza, y este triunvirato tiene una imagen negativa en el orden del 70%, ninguno genera confianza ni credibilidad”, explicó Roberto Cachanosky, economista y profesor universitario a diario Los Andes.
El especialista señaló que el país está gobernado por tres cabezas, el presidente Alberto Fernández, su vicepresidenta, Cristina Fernández, y el nuevo “superministro”, Sergio Massa. “Los líderes y también quienes tienen la peor imagen”, y secundados por quienes tienen aun peor imagen como es el caso de Máximo Kirchner.
Sin embargo, más allá del análisis político negativo, para el economista existen vías posibles para corregir la crisis, siempre y cuando antes se corrijan problemas de corto y mediano plazo: “la distorsión en los precios relativos” y la aceleración de la inflación.
-¿Cómo se sale de la crisis (de la aceleración inflacionaria y la corrida cambiaria)?
Hay que corregir el tema del precio relativo, tenemos un dólar oficial atrasado, tarifas de servicios públicos atrasadas y todo eso, sin un plan económico que genere credibilidad, significa un impacto en el bolsillo de la gente.
La inflación, tiene el correlato de un problema fundamental que es el déficit fiscal, es decir, que el Estado gasta más de lo que recauda y eso se resuelve de dos maneras: o bajás el gasto público o aumentás los ingresos vía mayor recaudación.
Más recaudación no vas a tener, porque las empresas están agonizando; la otra opción es tomar deuda en el mercado externo, pero Argentina no accede; y la última opción para financiar al Estado es “seguir emitiendo”, y si no se baja el gasto, la inflación y el estancamiento económico agravan el panorama.
-¿Cómo se baja el gasto público, sin generar un estallido social?
Con una reforma laboral e impositiva, reformando el sistema tributario, porque solamente tocando el tipo de cambio o la tasa de interés, como vienen haciendo hasta ahora se agrava el problema, no se resuelve.
Para empezar, se frena la obra pública y hay que otorgársela al sector privado. Si tenés que hacer una ruta, que sea el sector privado el que invierta y luego cobre los peajes que tengan que cobrar para recuperar la inversión y obtener ganancias.
Además, si no hay plata, hay que poner orden en los más de 20 ministerios que tiene el Estado Nacional, armar planes de retiros voluntarios e ir reduciendo la cantidad de personal. Solamente con mirar el Congreso de la Nación se ve que sobra gente a rolete, recortar se puede recortar y pasa también en las Legislaturas provinciales. Nación, provincias y municipios tienen margen para bajar, pero falta la decisión política de hacerlo.
Después, todo lo que son planes de sociales son más un negocio que una cuestión social. Esto también requiere una reforma en trabajo rápido.
Los planes se transforman rápidamente en trabajo con las escuelas de oficio (cursos de electricistas, carpinteros, que para ellos hay trabajo). Se pueden obtener créditos blandos del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para lograrlo y existen escuelas, iglesias y otras instituciones para capacitar.
No hablo de terminar mañana con los planes, sino de enseñarle a pescar a la gente. Si se dan capacitaciones a 6 meses y se reducen mes a mes los aportes por planes a cambio de oras de oficio, en un año se termina con la historia.
Se puede reducir el gasto público, pero no hay decisión política para hacerlo y nadie va a salir a manifestarse en contra de una decisión que signifique que todos tengan que ir a trabajar para ganarse su dinero como lo hace la mayoría. Una decisión así, recibiría el apoyo de la población.
-¿Qué tanto afecta que la gente común salga a comprar dólares? ¿Qué tanta corrida puede generar un ciudadano común?
-Siempre hay jugadores más grandes, pero estos lo hacen a través del MEP o el Contado con Liquidación, no hay problema en eso.
Es la gente común que no puede comprar de otra forma la que para defender su trabajo recurre el blue, nadie se quiere quedar con los pesos encima porque se derriten. La gente busca preservar su valor. Después, obviamente cuando sube el dólar y tenés que trabajar con bienes que son importados, sabés que tus costos van a ser más altos.
-¿Por qué el país no tiene dólares, o se habla de que no hay dólares, si después se habla de que Argentina tiene el 10% del circulante en todo el mundo?
El Banco Central es el que no tiene dólares, la gente tiene dólares, pero los tiene guardados por el curso forzoso del peso. Si se autorizara el dólar como medio de pago, los veríamos aparecer por todos lados con una facilidad impresionante.
Pero el Banco Central no tiene dólares porque puso el tipo de cambio a un nivel muy bajo. Cuando lo ponés tan bajo, la gente quiere comprar más, porque está barato, pero quiere ofrecer menos, porque no quiere vender a un precio artificialmente barato.
Si se le suma a eso la fuga de capitales, que también es lícita (para resguardar el dinero de una autoridad monetaria que pisa el valor de la moneda), entonces es el Central el que se queda sin dólares.
-Pero si el Banco Central subiera el dólar, ¿no generaría un problema mayor, una corrida cambiaria que se traduciría en inflación?
Es que va a tener que subirlo, pero no solo subirlo, sino liberar el mercado de cambio para resolver el problema que tenemos hoy, pero antes se necesita un plan económico creíble, ejecutado por gente creíble (con mejor imagen).
Así, con un Gobierno y una política económica consistente no habría una disparada tan grande, porque el mercado ya trabaja con un dólar más alto (cercano a los dólares financieros que rondan los $300, y lejos del dólar que publica el BCRA en alrededor de $138, minorista vendedor).
-Para redondear, entonces, ¿esa política económica consistente conllevaría las reformas que mencionó?
Si, una reforma tributaria, laboral y monetaria. Desregular la economía, reformar y reducir el Estado, incorporar la economía argentina al mundo y transformar los planes sociales en trabajo.
* Roberto Cachanosky: es licenciado en Economía de la Universidad Católica Argentina. Consultor Económico. Autor de los libros “Economía para todos”, “El síndrome argentino” y “Por qué fracasó la economía K”.