Internet facilita la comparación de precios en pocos minutos y esto debería llevar a disminuir, o incluso eliminar, las diferencias entre los valores que cobran los distintos supermercados por el mismo artículo en sus portales. En épocas de muy alta inflación, como la actual, estas rápidas comparaciones permitirían al consumidor recuperar la noción del valor de los bienes, perdida como consecuencia del continuo aumento de precios. Sin embargo, una investigación desarrollada por la Facultad de Ciencias Económicas de la UNCuyo mostró que no es así.
Uno de los primeros resultados de este estudio, parte del proyecto “Competitividad en la economía digital: nuevas y viejas estrategias”, fue que los supermercados ajustan con frecuencia los valores de los alimentos y bebidas. En promedio, sólo en 4 de las 91 visitas a las tiendas online se pudo encontrar exactamente los mismos precios de la visita anterior, realizada 3 días antes. Este número varió entre 9 visitas sin encontrar descuentos y ninguna visita, según los distintos vendedores.
Los investigadores -Elizabeth Pasteris, Emiliano Gutierrez y Gianina Mattioli - verificaron luego si, dado el contexto inflacionario del período en estudio, los productos sólo aumentaban constantemente o, por el contrario, se registraban también rebajas reales. Se comprobó que, aunque en diferente medida, al ingresar a la página web de un supermercado de Mendoza, habitualmente se encuentran algunos productos realmente rebajados.
En promedio, sólo en 12 de las 91 visitas, no se encontró ninguna rebaja realizada por ese vendedor. Pero, si el comprador disponía de tiempo para visitar las cuatro páginas web, entonces siempre encontraría algunos productos rebajados. No obstante, como era razonable esperar, la cantidad de artículos que subía de precio resultó claramente superior a la cantidad que bajaba, en la mayor parte del período.
Como tercer paso, se calculó el aumento del costo de la canasta completa y se encontró que, en los 11 meses estudiados, la variación acumulada fue de entre el 51% y el 58%, dependiendo del vendedor. Es decir que, entre extremos, las diferencias en la suba de precios, para el consumidor que visitara virtualmente sólo un vendedor, comprando allí todo el paquete, resultó moderada.
Sin embargo, al considerar la evolución mensual, las diferencias fueron más marcadas. En el mes de junio pasado, por ejemplo, mientras un vendedor eleva los precios del conjunto un 10%, otro lo hace el 3%. Incluso, en los meses de octubre y noviembre de 2021 hubo un supermercado que bajó el precio completo alrededor del 1%. En el mismo mes, otro lo subió el 6%.
Se concluye que alimentos y bebidas presentan dispersión en sus precios, a pesar de las facilidades que ofrece Internet, al permitir hacer comparaciones en escasos minutos y prácticamente sin costos. Los vendedores que hacen su oferta online, realizan habitualmente rebajas que les permiten atraer consumidores que aprovecharán la visita virtual para hacer otras compras. Las rebajas siempre son transitorias y los productos son reemplazados por otros, y así sucesivamente. Esta estrategia puede confundir a algunos consumidores, que no podrán anticipar correctamente qué artículos realmente tienen los menores precios del mercado en cada momento, reforzando el desconocimiento de los precios relativos provocado por la elevada inflación.
Metodología
Para intentar establecer si el canal de venta online de productos de consumo frecuente, como son los alimentos y bebidas, mejora el funcionamiento de los mercados, beneficiando a los consumidores, se diseñó un software específico. La herramienta permitió recopilar precios de las páginas web de cuatro supermercados de Mendoza, entre el 1 de agosto de 2021 y el 30 de junio de 2022, dos veces por semana, siempre un día hábil intermedio y un día del fin de semana. En total, se hicieron 91 visitas virtuales a cada uno de estos grandes minoristas, recabando más de 700 mil precios, que corresponden a bebidas y alimentos no perecederos. Se dispuso de alrededor de los precios de 8.000 artículos por día de visita.
El análisis se inició calculando la variación del precio de cada uno de los productos en cada una de las visitas virtuales respecto de la visita anterior. Se cuidó que se tratara exactamente del mismo bien (considerando tipo, variedad, tamaño y empaque) ofrecido por el mismo vendedor.
