Quienes logran crear emprendimientos exitosos suelen causar admiración y también generar preguntas en torno a cuál fue la clave para lograrlo. Si bien hay factores en común, que pueden favorecer ese “éxito”, lo cierto es que cada camino es único y eso podría ser lo más interesante, ya que abre la puerta a casi infinitas posibilidades. Sin embargo, sí hay ciertas habilidades que es importante desarrollar para poder alcanzar el objetivo deseado.
Esta semana se realizó el Foro de Emprendedores Cuyo 2024, organizado por Junior Achievement, del que participaron unos 350 jóvenes, de 16 a 18 años, alumnos de 15 escuelas secundarias de la provincia. El encuentro, que ya tiene más de 20 años de trayectoria, busca despertar la curiosidad de los participantes y darles herramientas para que puedan ser “protagonistas de su propia vida”.
Quienes ofrecieron las charlas y talleres que se desarrollaron durante la jornada fueron, en su mayoría, emprendedores mendocinos, que compartieron sus experiencias e historias de vida, para inspirar a los jóvenes y aportarles algunas recomendaciones si eligen dedicarse a un emprendimiento propio. El eje del foro fueron las “habilidades del futuro” y uno de los temas que se analizó fue el impacto de la inteligencia artificial, pero también se mencionaron otros aspectos a los que se debe prestar atención.
Resolver problemas
Marcos Bruno es, junto con Mario Japaz y Giorgio Tacchini, creador de Merovingian Data. La empresa nació hace cuatro años, cuando identificaron que, en las organizaciones, tanto públicas como privadas, de todos los sectores, “había una necesidad que no estaba satisfecha y que el buen uso de los datos podía generar un cambio”.
Hoy, tienen un equipo de 25 personas y prestan sus servicios de soluciones con inteligencia artificial a empresas mendocinas, argentinas y de otros países, como Estados Unidos, Bélgica, Inglaterra y Colombia. “Todo esto lo hacemos desde Mendoza. Se puede hacer. Y uno se puede animar a soñar y crear soluciones e iniciativas en grande y desde acá”, planteó.
En su charla, Marcos había puesto énfasis en que es un joven de Luján, que de chiquito soñaba con ser astronauta y llegó a testear un simulador de la NASA, por lo que hay que entender que muchas veces los “no” son autoimpuestos, por pensar que hay proyectos que no tienen chances, cuando, en realidad, no hay que poner límites a los sueños.
“Creo que lo primero es arrancar, probar, animarse a probar. Porque muchas veces tenemos un montón de ‘no’ del mundo real, que a uno le impiden hacer cosas o lo limitan, pero muchas otras estos ‘no’ vienen de uno mismo. Yo creo que la forma más fácil de derribarlos es arrancar lo antes posible”, recomienda. Y suma, que, en el camino, es probable que uno se dé cuenta de que no sabe cómo hacer algo, de que falta algo, pero que, en la gran mayoría de los casos, hay una forma de contrarrestar esa falta y que sólo es posible darse cuenta de todo esto cuando se arranca. “Si uno espera estar listo, probablemente nunca estés listo para hacer nada”, lanza.
El joven cuenta que partieron de la idea, que pudieron validar y empezar a trabajar con clientes, lo que les permitió crecer. Planteó que para crear una compañía hay dos grandes caminos. Por un lado, existen ideas tan ambiciosas que necesitan de capital externo para ponerse en práctica. Pero también hay casos, como el de ellos, en los que se puede arrancar con una inversión “prácticamente irrisoria”, ya que sólo aportaron el dinero necesario para constituir la empresa.
“Somos una compañía que nunca ha solicitado inversión, que es rentable y que, por suerte, está andando bien”, sostuvo. Sumó que han sido afortunados de que a la gente les gustara la propuesta y pudieran ir creciendo.
Hay un interrogante que puede surgirle a quien está empezando a emprender: ¿cómo se llega de Luján a Bélgica? Marcos responde que no hay una receta única y que es un camino que cada emprendedor va viendo sobre la marcha. “Lo que sí ayuda es la adaptabilidad y tener una retroalimentación continua. Decir, ‘pruebo esto’, ‘tengo la información que me dice que es por acá’. Probarlo, y si funciona, iterarlo. Y si no funciona, probar otras cosas. Si uno se queda quieto, probablemente es la receta para el fracaso”, describe.
En cuanto a la necesidad de recurrir hoy a ciertas herramientas tecnológicas, resalta que la inteligencia artificial es una solución para muchos problemas, pero no todos. “Y lo digo teniendo una compañía que hace esto. Aun así, creo que hay que enfocarse en el problema, entenderlo y ver cuál es la mejor solución. Muchas veces veo emprendedores que quieren tener un algoritmo de no sé qué y sí, sería un golazo tener eso, pero realmente podés arrancar mañana con un Excel”, explica.
Valores
En esto de que cada recorrido es propio, el emprendimiento que Verónica Staffolani creó con su novio Sebastián Pradines, Ubuntu Desarrollos, surgió cuando construyeron su propia casa y se dieron cuenta de que les gustaba mucho eso y que era una oportunidad para aplicar sus conocimientos en algo nuevo, que los sacaba de su zona de confort.
Cuenta que ambos estudiaron en la universidad y tienen sus carreas, ella como docente y él como contador, pero encontraron que este emprendimiento, de construcción de viviendas sustentables, era desafiante y les gustó sentir ese desafío. Detalla que la propuesta se basa mucho en la confianza y que hacen entrevistas previas a tomar un proyecto, porque al no ser -al menos por ahora- su actividad principal, seleccionan a los clientes.
Trabajan, detalla, “un poco al revés de la venta tradicional”, ya que los interesados los contactan a ellos y ven si lo que el cliente quiere se ajusta a lo que ellos pueden ofrecer. Por ejemplo, si hay alguien que quiere construir una vivienda tradicional no pueden ayudarlo. Pero también trabajan en lograr un vínculo, casi una relación de amistad, para poder entender qué es lo que sueña la persona y que esa casa que construyan sea un lugar de confort.
“Nosotros decimos que el hogar es tu refugio frente a un mundo hostil, en el que vemos que hay tan poca empatía y tanto egoísmo, donde los negocios son difíciles y la gente es dura al momento de negociar. La idea es que vos encuentres en tu casa ese lugar en el que sabés que vas a estar a salvo”, describe.
Explica que el nombre surge de un concepto que difundió Nelson Mandela, que significa “soy porque somos”. Verónica cuenta que existe una leyenda de que un antropólogo le señaló a un grupo de niños sudafricanos un árbol en el que había una canasta de frutas y les dijo que el primero que llegara se la podía quedar. Los pequeños, sin embargo, se tomaron de la mano y corrieron juntos. Cuando les preguntó por qué habían hecho eso, le respondieron “Ubuntu. ¿Cómo uno de nosotros puede ser feliz si el resto no lo es?”.
La emprendedora señala que, en esta línea, buscan crear comunidad y que el cliente sea feliz. “En el mundo de los negocios, donde todos quieren sacar beneficios, esta es nuestra gran apuesta de valor”, señala. Esto, además de enfocarse en construcciones sustentables, con sistemas que dejan menos residuos y utilizan menos agua, pero que varían según las necesidades del cliente.
Detalla que ahora, cuando su emprendimiento ha cumplido su primer año, están desarrollando un edificio de tres pisos, que será un polo ejecutivo con espacios de cowork y oficinas para profesionales, además de un punto de encuentro.
Como Sebastián es contador, él maneja las finanzas, mientras que ella se enfoca en el aspecto de querer cambiar el mundo, pero también de aplicar los conocimientos que compartió en su charla en el foro, sobre liderazgo e inteligencia emocional. “Intento volcar todo esto. Y como el negocio es mío, lo bueno es que puedo ser altruista y soñar con que todo se puede y con que uno va a hacer casas para gente que tenga buenas intenciones y ganas de construir una comunidad”, expresa.
Aunque podría parecer que estos valores son algo accesorio al emprendimiento, en realidad son el sustento de la propuesta. De hecho, lo que les permitió darse a conocer, ir ganando clientes y conseguir un proyecto como el del polo ejecutivo en tan poco tiempo es, en parte, la trayectoria de Sebastián. “Si hay una característica que lo hace inigualable a nivel profesional es que es súper cumplidor y correcto. Entonces, cuando comentó que estábamos iniciando esto, mucha gente quiso trabajar con nosotros porque saben que es impecable”, describe Verónica.
Como ambos sostienen sus otros trabajos, van seleccionando proyectos, porque priorizan poder cumplir con los clientes. También han ido aprendiendo a ser líderes y a crecer. “En este país, uno está acostumbrado a que las cosas sean difíciles y te sabés manejar con la incertidumbre y en climas conflictivos. Pero cuando te va bien, por ahí no sabes qué hacer, porque no querés, por eso de que te va bien, tomar muchos proyectos y dejar disconformes a los clientes. Intentamos ser impecables y preferimos tener pocos proyectos”, resaltó.
Su recomendación, para quienes están evaluando la posibilidad de emprender, es que “uno tiene que hacer lo que le apasiona”. Sumó que hoy hay muchas posibilidades. Ella, por ejemplo, ha armado cursos de inteligencia emocional y arte, y los ha vendido en una página web. “Lo importante es que aprendas, que estudies, porque realmente estudiar te va a abrir la cabeza. Que viajes, que conozcas el mundo. Conocer culturas y gente distinta te permite empatizar, y después es más fácil entender al otro”, enumera.
También es fundamental identificar las propias debilidades y puntos fuertes. “Reconozco que en esto soy buena. Listo. Tengo un montón de cosas que mejorar, pero esta es mi propuesta de valor. En esto me destaco y lo tengo que potenciar. En nuestro caso es ser buena gente, cumplidora. Son cosas simples”, resaltó. Y por eso, les dijo a los jóvenes que asistieron al foro de Junior Achievement que “uno puede construirse a uno mismo y hacerse su historia, una gran historia. No importa de dónde vengas, pero sí que tomes conciencia de quién sos y que pienses en quién te querés convertir”, resumió.
Motivación
Además de ser mendocinos -lo que favorece que los jóvenes que participaron del foro puedan entender que ellos mismos también pueden idear un emprendimiento que funcione-, algunos de los expositores eran muy jóvenes. Uno de ellos es Valentín De Antonio, creador de Qaizen, una plataforma en línea que ofrece soluciones para organizaciones y escuelas.
Comenta que a las primeras les ofrece un lugar seguro y privado para que los colaboradores puedan comunicar, sin que otros se enteren, cualquier incidente o asunto personal que les esté afectando y al rendimiento dentro de esa organización. Y en las escuelas puede ser utilizado de la misma manera por los alumnos, como también en el Gobierno por los empleados públicos. “Es un canal seguro para que se pueda analizar cualquier tipo de situación”, explica.
Valentín subraya que el enfoque principal es de salud mental, porque inicialmente fue una propuesta para los colegios, para que puedan gestionar casos de bullying e, incluso, intentos de suicidio, pero después vieron que podía llevarse a otros ámbitos, como empresas u organismos del Estado.
De hecho, la idea surgió cuando tenía 15 años, por el intento de suicidio de una alumna de su colegio. Él ya había incursionado en programación y conoció a Lorenzo Marchesini, con quien empezaron a trabajar en la propuesta (aunque ahora está viviendo en Buenos Aires), y después se unió Matías Cuneo.
Reconoce que, en un principio, les costó tener recepción en las escuelas, pero que, con el tiempo, han recibido consultas de diversos colegios de Mendoza -estatales, privados, urbanos, rurales-, y también de Buenos Aires, Río Negro y otras partes del país. Luego vieron que en las empresas había más apertura a la propuesta y, después, se abrió la posibilidad de ofrecer el servicio al Gobierno y ya han tenido algunas conversaciones.
Para llegar a este momento, que entiende es recién el comienzo, tuvieron que ir puerta por puerta, visitando instituciones tanto públicas como privadas. Y también empezaron a participar de eventos organizados por Junior Achievement o Endeavor, que son entidades que apoyan a los emprendedores y les brindan herramientas como financiamiento y acompañamiento comercial. A partir de eso, tuvieron más llegada a las instituciones.
Valentín incursionó en la programación durante la pandemia, cuando las opciones eran jugar con la “play” o investigar qué se podía hacer con la computadora. “Siempre me gusta recalcar que en la etapa en la que estamos ahora no es nuestro pico máximo. Justamente venimos a estos eventos para potenciar, explotar todo el potencial, pero todavía queda muchísimo. Aparte, este año y medio a dos ha sido de evaluación y de validación. Lo ‘grosso’ nuestro todavía no se ha mostrado mucho. Hay que explotarlo más”, expresa.
Por otra parte, los tres creadores están estudiando. Aunque uno espera que la respuesta a qué carrera eligió sea algo vinculado a la programación, responde que está en Ciencias Económicas, porque le gusta la administración y que lo que sabe de tecnología lo ha aprendido por su cuenta, en YouTube más que en cursos tradicionales.
Y si bien le cuesta, con sus 18 años, ubicarse en el lugar de quien recomienda qué camino seguir, considera esencial cuidar la salud mental. “No hablo de levantarse a las 5 de la mañana y bañarse con agua fría”, bromea. “Hablo de sentirse bien con uno mismo. Practicar un deporte, hacer alguna actividad que te guste. Eso es la base de todo”, indica.
Redes
“Guchini es un local gastronómico, una sandwichería que todavía no ha abierto, pero decidimos desarrollar una estrategia de marketing y movimiento en las redes, por la cual ya tenemos 12.000 seguidores, sin haber vendido un sándwich”, lanza Federico Robello.
¿Cómo alcanzaron ese número cuando nadie ha probado el producto? Responde que él es creador de contenidos y, cuando pensaron en abrir, optaron por mostrar el proceso real de armado de un emprendimiento: los tiempos, las demoras, las fallas. “Hace dos meses que lanzamos las redes sociales, pero el local físico no lo abrimos todavía. Mostramos todos los cambios que va teniendo, para que la gente vea que no es fácil”, detalla.
Si la tendencia actual son los videos cortos, de apenas un par de minutos, en los que todo salió fácil y rápido, ellos decidieron que la gente compartiera el proceso real y tuviera que esperar a que abran las puertas del local sobre calle San Lorenzo, muy cerca de Plaza Italia, lo que esperan que suceda a fin de mes.
La elección de una sandwichería surgió con unos amigos de Federico, que elaboran hamburguesas. Él, por su parte, vendía mates por Internet, pero descubrió que le gustaba mucho la gastronomía; no la gourmet, sino la comida casera y rica, con un cierto toque. La charla llevó a que se terminaran decidiendo por los sándwiches y él se dedicara a la comunicación, ya que podía aprovechar los seguidores que tiene en las redes sociales para darle difusión al emprendimiento.
“No sólo fue por una estrategia de marketing, sino también para que la gente vea la realidad de emprender. Porque muchos juzgan y te dicen ‘esta plata la conseguiste de este lado’, ‘es fácil emprender en tu situación’. Entonces fue un desafío para mí decir ‘voy a mostrar, para que vean que cuesta’. Y cuesta para todos por igual, aunque ya tengas 300 mil seguidores”, confiesa.
Sobre la importancia de saber manejar las redes sociales para promover un emprendimiento, Federico indicó que es muy notorio cuando una persona no está actualizada, porque hoy se manejan desde un lado más genuino, real, par a par entre la marca y el cliente. “Se muestran los procesos, los detrás de todo. Antes se manejaba lo estético, pero hubo un cambio”, plantea.