Como una piedra que agita un lago o un copo de nieve que comienza una avalancha, el reporte de la CEPAL que mencionaba el poco crecimiento de la economía de Mendoza en las últimas décadas agitó la comunidad local. Por si estuviste de vacaciones te contamos que la CEPAL no se tomó las mismas y publicó un informe indicando que Mendoza está entre las provincias con menor crecimiento económico en los últimos 17 años. Esta noticia fue aprovechada para hacer política por dirigentes locales de la oposición (como si en este lapso de tiempo no hubiesen gobernado la provincia 8 años) y pseudo oficialistas que más parecen opositores (como si en este período no hubiesen tenido responsabilidades ejecutivas y legislativas).
Estudiando la información de la CEPAL se puede concluir que la misma es incompleta porque incluye el efecto del gasto público provincial en la expansión de la economía y esto es muy distorsivo para hacer un análisis serio, dado que las políticas públicas han beneficiado en gran medida a provincias oficialistas del gobierno nacional en las últimas décadas o que han usado el empleo público para hacer crecer su población económicamente activa. Así, si extraemos el efecto distorsivo del sector público la economía mendocina ha crecido en términos relativos en el pelotón del medio en las últimas 2 décadas.
¿Ahora bien, cuál es la razón de la agitación para la comunidad local? Simplemente el hecho de que la economía mendocina no crece al mismo ritmo que la de Argentina como país o de otras provincias comparables. Si se utilizan datos del INDEC se llega a la misma conclusión: la economía mendocina en las últimas décadas ha crecido menos que el promedio nacional. Esto es totalmente lógico dado que hoy en Argentina el modelo de crecimiento dominante es claramente agro exportador, hidrocarburífero y minero, ya que son los únicos sectores competitivos globalmente en términos de productividad empujados por los precios de los granos, los minerales y los hidrocarburos, además de la tecnología aplicada en las llanuras húmedas y en los yacimientos de esquisto de Vaca Muerta.
La situación que abre el debate en Mendoza es que el modelo y la matriz productiva de la provincia juega en desventaja en este contexto y sería necesaria una actualización. Esto incomoda a la comunidad local dado que más allá del funcionario de turno es una interpelación hacia la clase política, las universidades, las cámaras empresariales, la clase judicial y toda persona que vive en Mendoza. ¿Si hay políticos locales que se oponen a la refinanciación de la deuda provincial para buscar mejores plazos y abonar menos intereses, cómo se puede pensar en acordar políticas financieras de largo plazo, como por ejemplo crear el tan necesario banco local?
Mendoza es una provincia semidesértica que no se encuentra en las llanuras productivas, por lo cual no puede aprovechar el boom de la soja, el maíz, el girasol o la producción cárnica. Además, sus oasis son una zona agrícola de clima extremo donde el peligro del granizo y las heladas está siempre presente, de tal forma que pueden afectar cosechas enteras y arruinar el trabajo de un año en un solo día. Adicionalmente no cuenta con un banco propio que tenga como objetivo financiar empresas y proyectos locales, por ejemplo, Mendoza recibe solo el 2.5% de la inversión de los fondos privados de desarrollo para emprendedores según ARCAP. La provincia geográficamente está arrinconada contra una cordillera, lejos de los puertos, por lo que su logística es cara e ineficiente.
Además nos encontramos inmersos en un proceso de globalización a nivel mundial y centralización a escala nacional en Buenos Aires, lo que hace que hoy muchas bodegas grandes no solo sean de propiedad extranjera sino además tienen sus equipos gerenciales locales (sueldos más altos) radicados en el AMBA, por lo que el efecto derrame de la actividad vitivinícola se ha centralizado fuera de la provincia. Mendoza, si se compara contra sus vecinos, hoy no está aprovechando sus recursos mineros e hidrocarburíferos, hay una discusión pendiente sobre qué clases de minería y de extracción de hidrocarburos se necesitan implementar localmente.
Si tomamos en cuenta todos los puntos anteriores debemos pensar que hoy Mendoza juega un partido de fútbol, en el que compite regionalmente contra otras provincias por atraer inversiones y empresas e internacionalmente por colocar sus productos, pero lo juega incómoda, con 3 o 4 jugadores menos (en crisis hídrica, sin aprovechar sus recursos mineros, quedando afuera de la explotación de Vaca Muerta cuando un tercio del yacimiento está en su subsuelo y sin bancos locales).
También, Mendoza busca mantener el equipo ordenado, con cuentas fiscales equilibradas y perfilando lo mejor posible su deuda, buscando invertir y posicionarse en la industria del conocimiento a través de programas orientados como Mendoza Emprende, Mendoza Activa y la Agencia de la innovación. La provincia apuesta a su capacidad técnica y humana para trabajar sobre los verticales claves que pueden tener un impacto más grande de acuerdo a su matriz productiva.
Es un partido complejo para Mendoza que ha sido perjudicada históricamente con la promoción industrial que gozaron las provincias que la rodean como San Luis y San Juan, compitiendo para atraer industrias y generar empleo privado. Hoy sería muy productivo localmente poder usar la compensación económica que le corresponde a la provincia en sectores que generen un impacto positivo en la matriz productiva y el empleo privado local.
Argentina está atravesando una situación económica muy compleja. Durante el 2023 sufriremos un piso de inflación alto (las encuestas privadas reunidas en el REM del BCRA proyectan 98.4% para el 2023) por lo que continuaremos viviendo, por sexto año consecutivo, en un contexto sumamente adverso para el desarrollo de la provincia. Socialmente nos acercamos a una situación donde se puede tener un empleo en blanco y formal, pero estar al mismo tiempo bajo la línea de la pobreza.
Se menciona que la macroeconomía no ayuda a Mendoza dado que es una provincia con mucho comercio local, gastos logísticos internos y venta de productos y servicios también locales. Esto es correcto, pero tanto como que Mendoza continuará siendo una provincia fuera de la pampa húmeda y en proceso de desindustrialización, perdiendo participación relativa en la economía argentina y continuará atrasándose en sueldos públicos y privados contra otras provincias o países, de no mediar políticas decididas para el desarrollo de la minería y la explotación hidrocarburífera.
Este 2023 es un año clave para Mendoza y Argentina, dado que tendremos elecciones provinciales y nacionales y podremos discutir ideas y propuestas para pensar qué Mendoza queremos y qué economía local necesitamos fortalecer. Es un año importante para definir la necesidad de un banco provincial, para fijar el marco legal bajo el cual aprovecharemos nuestros vastos recursos mineros y el entorno jurídico para desarrollar la producción de hidrocarburos de esquisto. No podemos darnos la licencia de perder otros 17 años.
Autores: Mgter Adrián Acevedo (economista y profesor de la UNCuyo) y CPN Ariel Viglione (empresario)