Con la modificación, por parte del Gobierno nacional, de la base imponible del impuesto Automotor, a partir del mes que viene, comenzarán a tributar el impuesto a los “autos de lujo” aquellos vehículos cuyo valor supere los $5,05 millones. En el listado de los que pagarán se encuentran modelos que en otros países los utilizan habitualmente personas de clase media y que en Argentina son “familiares”.
El mínimo fue actualizado para responder al aumento que el precio de los vehículos ha registrado en los últimos meses. La normativa establece dos grupos y porcentajes de tributación: el de aquellos rodados que cuestan entre $5,05 y 10 millones, que deben pagar el 20%, y el de los que superan los $10 millones, que deben tributar un 35% del valor de mercado. El tope renovado estará vigente entre el 1 de setiembre y el 30 de noviembre de 2022.
En la actualidad, existen más de 170 modelos -sin contar versiones- alcanzados por el impuesto a los vehículos de lujo, indica el sitio iProfesional. Entre ellos, se encuentran vehículos de marcas populares como Chevrolet, Fiat, Toyota, Volkswagen, Peugeot y Renault. Y, de hecho, no sólo son algunas de las que lideran los rankings de patentamientos, sino que tienen varios modelos del segmento medio o medio/bajo impactados por el tributo.
Por sólo mencionar algunos, vehículos como Volkswagen Nivus, Polo (GTS), Virtus (GTS) y Golf; Peugeot 208 GT Line (es la versión europea); Chevrolet Tracker; Jeep Renegade; Toyota Corolla y Corolla Cross; Renault Koleos; Nissan Sentra; Ford Territory; Kia Cerato; Hyundai Creta; y Honda HR-V tienen un precio que hace que sus propietarios deban pagar el impuesto al lujo.
El gravamen no sólo penaliza a modelos de volumen, sino que no distingue entre los modelos importados y los de producción nacional. Por eso, vehículos como el Volkswagen Taos y la Toyota SW4, ambos fabricados en el país, tienen el 100% de su gama afectada por el 20% de tributo. Sólo quedan excluidas as pick ups, por ser consideradas vehículos de trabajo, de modo que ninguna de ellas, por más lujosa que sea, paga el impuesto.
Este tributo, calificado como distorsivo por la industria automotriz, fue implementado en enero de 2014, con el objetivo de que tributaran los propietarios de autos “de lujo”. Sin embargo, en la práctica, han quedado incluidos varios modelos que no son del segmento premium.