En junio del año pasado Falabella anunció que dejaba definitivamente el país y que le había vendido su cartera de clientes al banco Columbia. A la fecha, ex clientes de la firma chilena continúan recibiendo cargos por renovaciones de tarjetas que no tienen o llamadas intimidatorias para cobrar deudas que desconocían.
Al respecto, la presidenta de la ONG de Protectora, Romina Ríos, explicó que “es legal la venta (por cesión, fusión, etc.) de los clientes de una empresa a otra”, pero que se debe notificar correspondientemente al consumidor para que este sepa quién tiene ahora su cuenta.
Una vez que se ha cumplido con la notificación el usuario puede decidir si desea o no continúar con la nueva empresa. “El problema surge justamente con el tema de las deudas (reales o no) que pretenden cobrar, y allí es donde el consumidor puede defenderse”, advirtió la especialista.
El acoso, los llamados, los mensajes y otros instrumentos que se utilizan para tratar de cobrar dichas supuestas obligaciones no son legales; por el contrario, el titular de las cuentas debería enviar cartas documento, e iniciar el cobro ejecutivo en sede judicial.
“En caso de que se hayan realizado esos pasos (haber recibido una carta documento, y el inicio del cobro ejecutivo), hay que corroborar que no sean deudas prescriptas, esto quiere decir que el consumidor no tendría la obligación legal de pagar, porque a la empresa se le agotó el tiempo de reclamar el pago. La prescripción opera a los 3 años para deudas por tarjetas de crédito, contando desde que se dejó de pagar”, agregó Ríos.
Finalmente, explicó que en el caso de Falabella, incluso, a veces se generan deudas por saldos impagos, por refinanciaciones, y “el más común”, por los gastos de renovación de una tarjeta que el consumidor nunca recibió y tampoco usó. “No le notificaron en el resumen de la tarjeta, y por ende puede solicitar su anulación”, cerró.
¿Hay que pagar las deudas que se contrajeron con Falabella?
En principio hay que dejar en claro que las llamadas intimidatorias, los mensajes de texto, y las cartas (no documento) que se reciben, incluso a los puestos de trabajo de los presuntos deudores, no generan obligaciones legales, son simples maniobras de oficinas de cobranzas, ya sea en este caso, como en otros (sucedió algo similar con el cierre de C&A).
Luego, hay que tener en cuenta que las obligaciones hay que pagarlas para evitar una calificación crediticia negativa, pero solo cuando estas se hayan contraído realmente (no es legal que una tarjeta de crédito que no fue solicitada genere deudas), y quien reclame lo haga por métodos legales (no llamadas al celular o mensajes de texto), y cuando previamente se haya brindado al supuesto acreedor toda la información del caso.
En resumen, no hay que contestar llamadas intimidatorias, y hay que ignorar los reclamos que no se realicen mediante instrumentos legales.
¿Por qué el Banco Columbia reclama los pagos de Falabella?
En junio, el grupo chileno Fallabella anunció el acuerdo con el Banco Columbia, que significaba que este se quedaría con la tarjeta CMR, y le comunicó a sus clientes que estos podrían “continuar utilizando su tarjeta, ahora como clientes de Banco Columbia, de la misma manera que lo vienen haciendo actualmente”.
“La marca CMR seguirá en las tarjetas en circulación mientras el banco lleve a cabo el proceso de reemplazo de plásticos”, agregaron, de acuerdo con IProfesional.
Por su parte, el Banco Columbia celebró la adquisición con la que, aseguró, “apuesta al negocio del consumo”.”Esta compra representa un hito para nuestra entidad, duplicando la cartera actual y sumando más de 250.000 tarjetas a la entidad. Los clientes CMR pasan a ser clientes Columbia, donde también contarán con todos los beneficios en productos y servicios que ofrecemos”, afirmó Gregorio Goity, vicepresidente del Banco Columbia, en un comunicado.