A fines de este año o principios del próximo, los pequeños productores y bodegas que presenten proyectos en el Proviar II y resulten elegidos, estarían recibiendo el financiamiento que aportará el BID. Ayer, en el Instituto Nacional de Vitivinicultura se realizó la presentación y una consulta pública para dar a conocer algunos detalles, y se anunció que, a fines de setiembre, esperan estar firmando el contrato para el préstamo de U$S 40 millones.
Al igual que con la primera edición del Programa de Apoyo para Pequeños Productores Vitivinícolas de Argentina, se priorizarán los proyectos asociativos, que sean sustentables y permitan incrementar la rentablidad. Desde el INV, la unidad subejecutora de este programa, esperan alcanzar a unos 2.200 productores vitivinícolas de todo el país, con hasta 30 hectáreas, y a unos 200 establecimientos elaboradores.
El titular del INV, Martín Hinojosa, detalló que esperan realizar diversas reuniones, en las que den a conocer qué tipos de proyectos tendrán prioridad para obtener el financiamiento. Pero adelantó que, por ejemplo, tienen más oportunidades quienes no hayan participado en el Proviar I, aunque el principal determinante será la integración. Y aclaró que, en esta segunda edición no se han fijado pisos ni techos para la cantidad de integrantes de un grupo asociativo y que el esquema es indistinto (pueden ser sólo productores, sólo bodegas o ambos).
Asimismo, sumó que también serán bien consideradas aquellas propuestas con un desarrollo comercial y la posibilidad de exportación. Es que, si bien el mayor porcentaje de fondos se destinará a la eficiencia hídrica, entendieron que se debía incluir también la comercialización y la venta. Hinojosa detalló que siempre se trabaja sobre la oferta, pero nunca sobre la demanda, ya que se apunta a captar excedentes o inmovilizar stocks (como con el Banco de Vinos), pero no se piensa qué se puede hacer para vender más, que es lo que ofrece sustentabilidad en el tiempo.
Los proyectos que se presenten tendrán que contar con asistencia técnica y profesional, y podrán ser entregados en las sedes del INV y en los centros de desarrollo vitícola (del INTA y Coviar). La idea es que, a partir de ahora, comiencen a armarse los grupos asociativos y a diseñar las iniciativas, para que cuenten con un avance al momento de la convocatoria.
Hinojosa resaltó que todo el proceso que se realizó desde el anuncio de un nuevo financiamiento, en febrero de este año, hasta la firma del préstamo con el BID, que se firmaría el 28 de setiembre, tomó dos años para el Proviar I (que se ejecutó entre 2009 a 2014). Una vez que se termine de suscribir el acuerdo con el organismo internacional, sólo restará el decreto presidencial para poder comenzar a ejecutar los fondos.
El gerente de la Corporación Vitivinícola Argentina, Carlos Fiochetta, señaló que este programa es una continuidad del Proviar I, que para la Coviar fue trascendental, pero que también implica un salto cualitativo, al incluir no sólo a la producción primaria y los establecimientos vitivinícolas, sino también por favorecer la creación de empresas de servicios, con foco en los jóvenes y las mujeres; es decir, avanzando en las nuevas problemáticas del sector.
Se debe recordar que la Coviar administró los fondos el Proviar I, que implicó un financiamiento de U$S 50 millones, a lo largo de cuatro años. Sin embargo, cuando el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Julián Domínguez, anunció un nuevo crédito del BID por U$S 40 millones, aclaró que la unidad subejecutora -la ejecutora es el Ministerio- sería el INV; lo que causó un cierto revuelo en el sector.
Finalmente, este “conflicto” se resolvió cuando el mismo Domínguez planteó la creación de un Consejo Técnico, conformado por tres organismos -el INV, la Coviar y el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria)- y con la participación del Ministerio. En esta mesa, se diseñó el proyecto y se definieron los componentes, y se elegirán las propuestas a financiar.
Fiochetta destacó la capacidad de articulación público-privada, ya que no es común que el sector privado participe en la formulación de políticas públicas para una cadena productiva. Y sumó que tienen mucha expectativa de que los primeros desembolsos, de unos U$S 4 millones lleguen a fines de este año o principios de 2023.
Asimismo, explicó que los proyectos a financiar recibirán un aporte no reembolsable (subsidio), pero los productores y bodegas deberán también aportar una parte del monto.
Sin embargo, se logró que, como sucedió con el Proviar I, se pueda valorizar el trabajo que realicen; es decir, la mano de obra en la concreción de la iniciativa. Esto, porque se consideró la situación crítica en la que se encuentran muchos pequeños viticultores y bodegueros.
Y si bien el BID aclaró que no financia inversiones que expulsen mano de obra, sí lo hace con aquellas que la complementen. En el caso de la vitivinicultura, lo que falta, precisamente, son trabajadores que se dediquen a ciertas labores manuales, por lo que se apunta a la creación de empresas de servicios, en las que puedan participar los jóvenes.
Analía Díaz Bruno, directora de la Estación Experimental Mendoza del INTA, indicó que están muy satisfechos de haber podido poner a disposición del Proviar II el trabajo territorial de las agencias de extensión y de poder acompañar a los productores, para que sus proyectos sean elegibles e impulsen la sustentabilidad en sus producciones y en su vida en el campo.
En este sentido, resaltó que la convocatoria busca no sólo promover las inversiones que posibiliten tener mejores ingresos para las familias, sino también el arraigo territorial. Es que se ha advertido la necesidad de una mirada renovada, que también contemple la importancia de la ruralidad, de ofrecer oportunidades a los jóvenes y a las mujeres, y de incentivar la creación de empresas de servicios.
Díaz Bruno comentó que, cuando han anticipado a los productores los lineamientos del programa, han observado una buena disposición para iniciar planes de negocios que les permitan sostener la vitivinicultura de escala familiar, pequeña y mediana, para que continúen proyectos de varias generaciones, en muchos casos. Esto, más allá de que indicó que la problemática hídrica sin duda va a estar presente en las convocatorias de financiamiento que se lancen no sólo en Mendoza, sino también en el NOA. El Proviar 2 será uno de los grandes proyectos de la vitivinicultura argentina durante 2023.