El Gobierno porteño aplicará el impuesto a los sellos del 1,2% a las tarjetas de crédito desde el 1 de enero, por la cual prevén recaudar $ 7700 millones anuales.
Por lo tanto, cualquier consumo que se realice con plástico (crédito, no débito) tendrá el recargo del 1,2%.
Por lo tanto, si alguien tiene un débito automático en la tarjeta de crédito por cualquier tipo de servicio, le terminará costando el 1,2% más, por lo cual conviene pasarlo a la tarjeta de débito, para evitar pagar un sobreprecio.
De la misma forma, quien compra una heladera de $ 100.000, le terminará costando $ 101.200 por el nuevo impuesto.
“Lo único que hace esto es castigar a un medio de pago que es reactivador del consumo, ya que es la forma más barata de poder financiarse”, se quejan en el sector financiero.
Además, recalcan que se trata de un impuesto sobre un impuesto, ya que de por sí se paga el 21% del IVA y ahora además se terminará pagando otro 1,2% extra.
“Entre las retenciones de IVA, Ganancias e Ingresos Brutos que se le cobra al comerciante cuando recibe un pago con tarjeta, termina perdiendo entre 7 y 8 puntos. Por eso se ve tanto que se ofrece al menos un 10% de descuento por pago al contado. Esta medida lo único que logrará es fomentar el pago en efectivo, en detrimento de favorecer la bancarización”, protestan en el sector.