En lo que va de agosto no ingresó ni un solo auto al país y la industria automotriz teme por las ventas en los meses que vienen. La situación se da en el marco de las restricciones crecientes por la falta de dólares y genera preocupación en el sector.
“Estamos revisando a la baja los volúmenes para este año porque se vienen meses muy complicados”, señaló una fuente consultada por La Nación, en una terminal de vehículos. Las proyecciones del sector contemplaban un mercado interno con ventas en torno a las 380.000 unidades, pero ese número entró en terreno movedizo por lo que sucedió este mes.
Mientras que, por su parte, los presidentes de las automotrices nucleadas en Adefa no lograron aún una reunión con el ministro de Economía Sergio Massa, para poder plantear su preocupación. Aunque ya mantuvieron encuentros con los secretarios de Industria y Desarrollo Productivo, José Ignacio de Mendiguren, y de Comercio, Matías Tombolini, a quienes el titular del Palacio de Hacienda trasladó el seguimiento de los temas de la industria.
“El nuevo equipo se está acomodando a la situación, tratando de entender cómo funcionaba el anterior esquema de autorizaciones de SIMI (el sistema de monitoreo de importaciones) que otorgaba a cada terminal el número de autos que podía importar todos los meses. Se encontraron con una situación mucho más delicada de la que creían en términos de disponibilidad de dólares y por eso no hubo ninguna autorización ahora”, explican al mismo medio en otra automotriz.
La misma fuente explicó además que la secretaría de Comercio debió hacer frente a amparos interpuestos por importadores de otros rubros con el objetivo de lograr acceder a dólares que agravaron el ya crítico estado de las reservas y terminaron restringiendo la disponibilidad de divisas para otros sectores, argumentaron.
La actual conducción de la secretaría a cargo de Tombolini se mostró crítica con la política que seguía la anterior gestión de Producción que encabeza Matías Kulfas a la hora de las autorizaciones de las Simis B (las licencias no automáticas) a las terminales.
“No había un criterio uniforme, era discrecional”, fue el cuestionamiento planteado, según el Ejecutivo. En ese esquema –sobre todo, desde que la escasez de reservas ganó los primeros planos-, las terminales con mayor producción local (como Toyota) obtenían más autorizaciones, explica la fuente. Como si el criterio fuera determinado por su propia balanza comercial (el que exporta más, puede importar más), informó La Nación.
“Nos dijeron que están estudiando el nuevo esquema a aplicar, pero que el criterio general es privilegiar a los sectores que mayor aporte hacen a la producción”, indica el ejecutivo de la terminal con resignación. “El problema es que hoy no hay dólares para nadie”, lamentaron las fuentes consultadas.
En busca de soluciones
Ahora las empresas buscan iniciar la ronda de reuniones individuales con el subsecretario de Gestión Comercial, Germán Cervantes, para negociar la cantidad de autos que podrán importar en los próximos meses, para no quedarse sin vehículos.
Tombolini delegó en Cervantes la gestión de las autorizaciones de las Simis, la botonera que determina la oferta comercial con la que contará cada automotriz.
No obstante, anticipan un panorama muy complejo en lo que queda del año, donde se agudizarán los faltantes y las demoras en las entregas de los vehículos 0km. “Todos fabricamos uno o dos modelos e importamos el resto de la gama, así funciona la industria. Si no podemos importar autos, el negocio se comprime y también la exportación a Brasil depende de que les podamos comprar a ellos”, recuerda un importante directivo que ya se prepara para que caigan los autos disponibles.
Los autos de fabricación local ganaron participación y hoy representan el 58% de las ventas frente al 42% de los importados, cuando años atrás la relación era a la inversa y no se priorizaba lo nacional.
Pro desde hace un tiempo, la mayoría de las terminales debieron cambiar su portafolio de productos para adaptarse a la escasez. Así, desaparecieron modelos chicos de entrada a gama y alto volumen que llegaban de Brasil (como el Renault Kwid ), mientras las automotrices se recostaron en otros productos de mayor margen de rentabilidad (SUVs y pick-ups).