A un año de reabrir sus puertas, los gimnasios de Mendoza aún no han logrado recuperar los niveles económicos previos a la pandemia de coronavirus. Con restricciones vigentes en cuanto a la capacidad permitida y protocolos sanitarios, la actividad aún está por debajo de los números de 2019, con un 30% menos de socios en actividad.
Según cifras recientes publicadas por la Cámara de Gimnasios de la Argentina (CGA), a nivel nacional la cantidad de socios continúa un 45% por debajo de los números de 2019. Sin embargo, Andrea De Marco, presidenta de Asociación Mendocina de Gimnasios y Afines (AMGA), explicó que en la provincia, con un costo de cuota mensual en promedio de $ 2.200, el sector mantiene mayor dinámica que la que se observa en el resto del país.
“Eso nos ha favorecido mucho respecto a Nación, donde hay lugares donde recién ahora se está reactivando la actividad. La recuperación de los socios en Mendoza ha tenido una curva más favorable gracias al compromiso del sector para mantener los protocolos”, señaló De Marco.
Claro está, que el nivel actividad sigue siendo relativamente bajo. Augusto González, propietario de Parque Central Entrenamiento Personalizado, contaba con dos sucursales antes de la pandemia, pero los costos de alquiler y la baja de socios hizo que cerrara una de ellas. Hoy cuenta con un 30% menos de clientes respecto al número que tenía en 2019, llegando a 110 alumnos. “La gente no ha vuelto en su totalidad. Está muy temerosa y ante la incertidumbre de las restricciones no quiere arriesgarse a pagar la cuota completa del mes”, reconoció González.
Para Sportfitness de Godoy Cruz el panorama ha sido fluctuante en los últimos meses, variando la caída de socios entre el 20% y 45%. “A finales de 2020 y principios de 2021 parecía que la cosa se había encaminado, pero con el segundo rebrote el número de socios bajó muchísimo, pese a que seguíamos abiertos y con las mismas medidas. La gente, por miedo o por el golpe económico, dejó de venir”, sostuvo Maximiliano Lobresco, gerenciador del gimnasio.
“Nos encontramos con clientes que han ido al gimnasio toda la vida y que mantienen su rutina mientras sigamos abierto. También nos encontramos con otro segmento, el que más se movió con la pandemia, que pide un entrenamiento personalizado para no estar en contacto con tanta gente, describió Lobresco.
Como una excepción a la regla, en el caso de Silvana Caponi, propietaria de Club Gimnasio Vitamina, la cantidad de personas que concurren a su gimnasio se ha mantenido y hasta ha crecido. “El gimnasio se volvió en el lugar de escape de la gente durante la pandemia. Las personas nos agradecen este espacio de recreación”, contó Caponi.
Una forma distinta de entrenar
En contrapartida a la caída de socios, ya sea para evitar el contacto con otras personas, por la comodidad de entrenar en casa o un espacio al aire libre, o para tener un servicio más exclusivo, durante los últimos meses ha crecido el número de personas que recurren a un entrenamiento personalizado por fuera de los gimnasios.
Aunque antes se desempeñaba en gimnasios, la alta demanda de entrenamientos personalizados hizo que Maximiliano Orué, profesor de Educación Física, optara por cambiar su modo de trabajo desde abril de este año (hoy cuenta con más de 30 alumnos). “Económicamente es una opción más atractiva y profesionalmente es un desafío más importante porque requiere una atención y preparación específica, dependiendo de lo que necesita cada alumno a nivel fisiológico”, ponderó el profesional.
Orué ofrece sus clases a un costo de $240 por hora, aunque lanza promociones que varían dependiendo de la cantidad de días y el tipo de entrenamiento. También tiene planes especiales para familias o grupos de amigos.
Los entrenamientos se realizan a domicilio en la zona Este de la provincia, en espacios públicos o en un lugar específico y la planificación está pensada en base a los objetivos de los alumnos, ya sea por descenso de peso -el 60% de sus alumnos-, mejorar el rendimiento deportivo -tenistas, futbolistas y corredores de motocross-, ganar fuerza o para mejorar la calidad de vida.
Tal como expresó la presidenta de AMGA, hay un cambio a nivel mundial respecto a las actividades, los gimnasios y el manejo de los establecimientos, lo cual requiere una adaptación de los profesionales. “Creemos que los protocolos han ayudado a organizar mucho más y le da seguridad a la gente. El dueño del gimnasio que hoy se sienta a esperar que todo vuelva a la normalidad, va a terminar desapareciendo en el tiempo, porque tenemos que acomodarnos a esta nueva era y a las nuevas necesidades. Hay que ofrecer distintas posibilidades a los socios, como la virtualidad o entrenamientos más personalizados”, argumentó Andrea De Marco.
La polémica por el uso de los espacios públicos
Desde AMGA explicaron que ellos entienden que la actividad al aire libre es algo inevitable y hasta necesario, pero que necesita un control, tal como sucedió en Guaymallén a comienzos del mes de junio. “Es un tema que ya veníamos trabajando con el Gobierno antes de la pandemia. Se necesita una regulación, no solo por el ejercicio profesional en sí, donde se da que muchos no cuentan con la formación necesaria, sino también desde el punto de vista comercial, donde usan el espacio público sin tributar”, argumentó su presidenta.
Silvana Caponi, quien también es presidenta del Colegio Profesional de Educación Física, reconoció que, si bien en sus 26 años de experiencia siempre ha existido la competencia con la actividad al aire libre, algo que preocupa ahora es el crecimiento de la ilegalidad en el rubro, con personas que no cuentan con la habilitación correspondiente para guiar en la actividad física.
“Es algo que ha crecido. Por eso ha surgido la necesidad de la regulación. Realmente cuesta mucho tener un gimnasio y desde el punto de vista económico no es una competencia justa. Sabemos que están hace muchos años, pero es necesario que las personas que estén al frente sean profesionales preparados y con títulos que los avalen”, consideró Caponi.