El 10 de febrero, a las 14, se produjo la demanda máxima del mes. Se alcanzaron los 1.124 MV, lo que implica un 20% por encima de la máxima de febrero de 2022, que había sido de 937 MV. Aún más, el año pasado no se alcanzaron los 1.000 MV ningún día de los 28 del segundo mes, mientras que en 2023 hubo seis jornadas consecutivas en las que se estuvo por encima de ese consumo: del 6 al 11 de febrero, cuando las temperaturas alcanzaron entre los 35,8° y los 38,4°.
La máxima demanda histórica en Mendoza se produjo el 13 de enero del año pasado, cuando se llegó a los 1.231 MV y el registro térmico era de 38,4°. En comparación con ese número, el récord de consumo de enero de 2023 fue un 15% inferior, ya que alcanzó los 1.051 MV el 31 de enero. El primer mes de este año hubo seis días con demandas por encima de los 1.000 MV y en enero de 2022, ocho días en total.
Sin embargo, las altas temperaturas que se han extendido a lo largo de febrero y esta primera quincena de marzo, con máximas que la mayor parte de los días están por encima de los 30° y mínimas que rara vez caen por debajo de los 20° -con un porcentaje de humedad elevado, al que los mendocinos están poco acostumbrados- han hecho que el consumo de energía eléctrica para climatización eleve la demanda.
La demanda de electricidad de la provincia suele tener picos máximos en diciembre y enero, que este año se trasladaron a febrero. De hecho, un gráfico elaborado por la Gerencia Técnica de Regulación, del Ente Provincial Regulador Eléctrico, basado en datos de Distrocuyo, muestra una correspondencia muy clara entre los picos de temperatura del mes pasado y los registros más elevados de demanda eléctrica.
Y el pronóstico extendido del Servicio Meteorológico Nacional adelanta que “no se descarta que durante el inicio del otoño meteorológico las temperaturas continúen siendo muy superiores a lo normalmente esperado y se sigan desarrollando eventos tardíos de ola de calor”. El informe plantea que, hasta finales de mayo, los registros podrían ser normales o por encima de lo habitual.
Demanda de energía en 2022
La demanda de electricidad de Mendoza en el 2022 experimentó un incremento de 5,6% con respecto al año anterior y un incremento de 74,7% respecto a 1997. Este aumento se explica, plantea el informe anual del EPRE, por las variaciones de la demanda de las empresas distribuidoras (+7,0%) y la de los grandes usuarios mayores (+0,7%).
En el total de la demanda eléctrica, los usuarios generales (pequeños comercios, talleres e industrias) alcanzaron una participación del 8,9% en el año 2022; el alumbrado público representó el 3,7%; el riego agrícola, el 11,1%, con lo que llegó a su valor máximo, vinculado con la escasez hídrica; y las grandes demandas alcanzaron el 46,2% del total (aunque 20 años atrás tenían casi 10 puntos porcentuales más).
Mientras que las demandas de los usuarios residenciales tuvieron una participación de 30,1% del total de la energía facturada en la provincia. Esta categoría fue creciendo desde el 20% en el 2002 hasta el 32% en el año 2016. Sin embargo, a partir de ese valor máximo, comenzaron a perder espacio; con excepción de un incremento puntual en 2020, como efecto de la pandemia.
Cuando se la utilización de energía por parte de los grandes usuarios se observa que Extracción de petróleo, Refinación de petróleo, Elaboración de vinos, e Industrias básicas de hierro y acero concentran más del 50% de la demanda de energía eléctrica de este grupo. También, que las 20 ramas económicas, que explican el 75% del total de consumos de electricidad de Mendoza, tuvieron, en su conjunto, un incremento de 3,8% en 2022.
Sin embargo, tuvieron comportamientos diferenciales: Extracción de petróleo crudo; Elaboración de frutas, hortalizas y legumbres congeladas; Elaboración de vino; y Fabricación de productos plásticos tuvieron bajas importantes, por su peso relativo. En cambio, Industrias de hierro y acero; Fabricación de envases de vidrio; Sector hotelero; Elaboración de cemento; y Captación, depuración y distribución de agua registraron subas.
En 2022 y 2023 aumentó 19% el número de usuarios generadores
En la provincia, hay 487 usuarios generadores de energía eléctrica. Esto es, residenciales (322) y comerciales o industriales (165) que tienen equipos fotovoltaicos de generación de energía. De esos casi 500 en total, 91 se sumaron el año pasado y lo que va de 2023, lo que indica que el número creció casi 19%. Entre todos, reúnen una potencia solicitada de 8,1 MW, de los cuales 1,693 corresponde a viviendas y 6,407 MV a comercios o industrias.
Los datos del Ente Provincial Regulador Eléctrico (EPRE) evidencian que existe al menos una instalación fotovoltaica de usuarios generadores en 17 de los 18 departamentos. Luján es el que concentra el mayor número, 110; seguido por Maipú, con 72; San Rafael, con 48; Capital y Guaymallén, con 46 cada uno; y Godoy Cruz, con 39. Malargüe es el único departamento en el que aún no hay un particular, comercio o industria que esté volcando energía a la red.
En tanto, cuando se considera la potencia solicitada en generación distribuida, el departamento que ocupa el primer lugar es Maipú, con 1,498 MV; seguido por Luján, con 1,198 MV; Godoy Cruz, con 1,037 MV; Guaymallén, con 767; Capital, con 685 MV; y San Rafael, con 668 MV.
Desde marzo de 2015 hasta enero de 2023, los usuarios generadores han volcado a la red de distribución de energía eléctrica un total de 5.561 MWh (5.561.094 KWh), lo cual permite observar cómo la inyección de energía se incrementa en forma sostenida en el tiempo, al incorporarse nuevos equipos de generación distribuida. Los picos de inyección de energía excedente al sistema de distribución se dan en los meses de marzo, mayo, setiembre y noviembre.
Se debe recordar que el régimen de recursos de energía distribuida incluye: la generación distribuida, es decir los equipamientos de generación de conectados a la red pública, con aprovechamiento de fuentes de energías renovables; el almacenamiento energético con tecnologías que permiten almacenar la energía eléctrica generada y liberarla cuando sea necesario; y la gestión de la demanda, que se vincula con la reducción o el cambio en la modalidad de uso de la energía eléctrica en horarios determinados, en respuesta a sistemas tarifarios basados en tiempo de uso, en tiempo real u otras modalidades de comercialización.
